martes, 27 de noviembre de 2012

Menú Imperial (II)

Continuando con lo que empecé en el post anterior, les comento un poco la estructura del libro. Cronológicamente, empieza con una visión de dos Imperios "fundadores": el romano y el chino en el siglo III a.C., no porque fueran los primeros imperios, sino porque fueron referencia insoslayable para los constructores de imperio posteriores:


Una y otra alcanzaron una gran extensión física, integraron comercio y producción en economías de escala mundial (el mundo que cada una de ellas creó), concibieron instituciones en las que se cimentó el poder del Estado durante siglos, desarrollaron un convincente marco cultural para explicar y difundir su éxito y aseguraron, durante prolongadísimos períodos de tiempo, la aquiescencia al poder del imperio.

Al oeste de Eurasia, la caída de Roma generó un vacío de poder que intentó ser llenado durante los siglos posteriores por tres imperios de profunda raíz religiosa y monoteísta: los efímeros carolingios, Bizancio y los califatos islámicos. Por su parte, el centro-este lo ocuparon los kanatos mongoles que velozmente aglutinaron el imperio de mayor dimensión territorial de la Historia. Sus ventajas iniciales (el nomadismo que permitió que un ejército móvil y auto-suficiente conquistara terrenos y estableciera conexiones y rutas comerciales que unieron el Mar Negro al Pacífico) y su tolerancia a otras culturas y religiones fueron contrarrestadas por la incapacidad de unificar el Imperio en un todo coherente y sustentable.

La incapacidad de los gobernantes de Eurasia occidental de reconstruir una unidad similar a la del imperio romano, la expansión del imperio otomano que implicó un virtual muro en las rutas orientales y la prosperidad del imperio chino impulsaron a los reinos de lo que hoy es Europa al mar: hacia Asia primero y luego a las Américas. La capacidad de conquistar y administrar territorios en ultramar (la creación de enclaves en Ásia y África y la conquista de América) permitió a los reinos europeos lo que no lograban en su corset geográfico: crear imperios y sus instituciones.

A su vez, en la confluencia de Ásia, Europa y África Osmán y sus descendientes construyeron un imperio terrestre y marítimo, combinando tecnologías imperiales de las distintas regiones: el monoteísmo romano, la tolerancia mongola, e incorporando nuevas, como la sucesión por uno de los hijos del sultán con una esclava de su harén. En las Américas, imperios de ultramar destruían imperios nativos. En una región poco deseada entre Europa y Asia, los príncipes de Kiev y Moscovia construyeron su imperio a partir de un centro de "bosques y pantanos con una población dispersa y errante", incorporando los restos de los kanatos mongoles y chocando en las fronteras con los imperios chino y otomano.

El principal mérito del libro no es la información nueva que aporta, sino la combinación de distintas Historias con una relectura en otro tono:


A menudo se anuncia a bombo y platillo (sic) que la Paz de Westfalia (1648) fue el comienzo de un nuevo régimen, y que marcó la aceptación del principio de soberanía territorial de cada Estado por parte de las grandes potencias de Europa. Pero el acuerdo en cuestión fue mucho menos innovador y no llegó tan lejos ... Los signatarios de la paz no tenían un carácter nacional ni estaban claramente definidos; perseguían ambiciones imperiales y continuarían sometidos a ellas durante los trescientos años siguientes.

Aunque sí es verdad, como notan los autores, que el arsenal de ideas políticas del siglo XVIII permitió imaginar un no-imperio (un solo pueblo soberano sobre un solo territorio), el republicanismo no implicó el fin del imperio, sino simplemente la posibilidad de la nueva Roma: el Imperio Republicano. Mientras en América del Norte nacía un "imperio de la libertad" basado en el trabajo esclavo, otro imperio transcontinental acomodaba bajo el paraguas personal del zar a una multiplicidad de etnias, religiones y usos y costumbres.

Mientras tanto, por los cinco continentes surgían nuevas formas de dominación, de imperialismo y colonización (en la India, en África, en América Latina), pero también nuevas formas de resistencia. Viejos imperios (otomano, austríaco) se desmembraron en Estados-Nación o fueron absorvidos por otros imperios; surgieron nuevas entidades con aspiraciones imperiales (Alemania, Japón, Italia); imperios bebés "nacieron" de imperios padre (EE.UU. y Brasil). Los repertorios de poder varían según se trate del imperio bizantino en el siglo XIII, el imperio chino en el XVII o el americano en el XXI, pero los objetivos de la estrategia imperial son reconocibles.

Quizá el punto más débil de la obra de Burbank y Cooper sea la dificultad en establecer una definición clara de imperio, y en cierto sentido uno podría preguntarse si el imperio de los dos autores no guarda una estrecha relación con el concepto de superpotencia del realismo, siendo el imperialismo entonces apenas una de las facetas de estas entidades políticas. Indirectamente los autores lo reconocen, al analizar las estrategias imperiales de Estados Unidos tratando de encajar una entidad política de nuestros días a un hilo conductor de casi 25 siglos de Historia:


Durante todo el siglo XX los Estados Unidos han desplegado una gran variedad de estrategias imperiales en el extranjero: han ocupado países, han enviado tropas para desalojar a gobernantes hostiles, han patrocinado guerras subsidiarias contra sus enemigos, han utilizado enclaves coloniales y bases militares en territorio extranjero, han enviado misiones y, más recientemente, han suministrado expertos y ayuda al desarrollo.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Menú Imperial (I)

Terminé de leer un libro muy interesante de historia mundial (o Historia Mundial): "Imperios: una nueva visión de la Historia universal", de Jane Burbank y Frederick Cooper, historiadores especializados en historia rusa y eslava y en el imperialismo del siglo XIX y la posterior descolonización, respectivamente. El aspecto más interesante del libro es que propone una clave de lectura de la Historia mundial distinta a la de los libros de texto, que interpretan una evolución de las formaciones políticas según las distintas "Edades": los grandes Imperios de la Antigüedad Clásica, el sistema feudal de la Edad Media, los reinos absolutistas de la Edad Moderna, y finalmente la conformación actual en Estados-Naciones de la Edad Contemporánea.

Frente a ese modelo tradicional, los autores desarrollan una evolución de los repertorios de poder que distintos Imperios han utilizado a lo largo del tiempo para mantener unidos en un único cuerpo político a pueblos (o Naciones) con distintos idiomas, culturas e intereses. En contraposición a una historiografía limitada por la geografía (el intento permanente de buscar el carácter nacional de cada uno de los distintos Imperios), Burbank y Cooper presentan en todo momento un relato verdaderamente global, en la cual los Imperios conviven y muchas veces entran en conflicto entre ellos o con entidades políticas no-imperiales.

La primera oposición clara es la del Imperio y la modalidad actual de configuración política internacional, el Estado-Nación. Este último se basa en un ideal de "unidad": un pueblo habitando un territorio. Ante esta concepción, claramente el poder imperial es expansionista: se basa en diferencias y jerarquías a medida que se incorporan distintos pueblos. Cada imperio histórico ha usado distintos repertorios de poder con el objetivo de administrar sus conquistas territoriales, e incorporarlas a un sistema de gobierno. A efectos de explicitar esos repertorios de poder, el libro estudia los distintos casos marcando cinco temas centrales:


  1. La administración de las diferencias - todos los imperios establecieron fronteras entre colonizadores y colonizados: algunos trabajaron con la idea de homogeneizar poblaciones, incorporando porciones de los pueblos conquistados a un ideal de "ciudadanía imperial", mientras que otros trabajaron en la conservación o incluso creación de las diferencias.  Si bien en principio uno podría pensar en la homogeneización como una especie de imperialismo inclusivo o benigno, en los distintos capítulos los autores muestran como eso fue muchas veces hecho a fuego, a través de un imperialismo cultural represivo. Por otra parte, al privilegiar la lealtad sobre la igualdad, en algunos casos (como el Imperio Otomano en sus mejores momentos) el mantenimiento de las diferencias pudo crear espacios multiculturales donde bajo un único gobierno se respetaron idiomas, costumbres y religiones locales.
  2. Los intermediarios imperiales - los imperios manejaron extensiones espaciales a través de agentes. En algunos casos, esos agentes fueron enviados desde el centro imperial, y en otros casos se recurrió al reclutamiento de poblaciones colonizadas (sea asimilando elites locales o utilizando a grupos anteriormente marginados). Los intermediarios en muchos casos crearon a su vez redes de fidelidades alternativas, lo que les permitió negociar su incorporación a otros imperios o directamente independizarse. Cada imperio adaptó sus estrategias de intermediación a las necesidades puntuales de su proceso expansivo.
  3. Las intersecciones imperiales - los imperios siempre se caracterizaron por la fluidez de sus fronteras. Al tratarse de cuerpos políticos en permanente expansión (o por lo menos con el deseo de expandirse), es natural que los mismos imperios consideren a sus fronteras como un factor temporario, y a los territorios y poblaciones ubicadas más allá de esas fronteras como posibilidades. A su vez, las entidades políticas ubicadas por fuera del territorio imperial (sean imperios rivales, naciones o tribus bárbaras) también entendieron a esas fronteras como tierra de oportunidades - especialmente a medida que esas fronteras se alejaban del centro imperial. Una constante de la historia de los imperios es que sus intersecciones dieron lugar a la competición, a la imitación y a la innovación.
  4. Los imaginarios imperiales - a lo largo de la Historia, los imperios compitieron por territorios, recursos, poblaciones, pero también por símbolos de status y por un lugar en el imaginario de las poblaciones (tanto las propias como las ajenas). Los líderes imperiales echaron mano de los recursos que tuvieran a mano a efectos de legitimar y consolidar su poder: la religión, la historia, e incluso el título de César o Khan. Los imperios desarrollaron, pero también limitaron, la imaginación política del resto del mundo.
  5. Los repertorios de poder - la durabilidad de los imperios siempre dependió de su capacidad de combinar y cambiar estrategias, y responder de manera flexible a un mundo en continua transformación. ¿Invadir territorios y consolidarlos o establecer enclaves? ¿Enviar intermediarios desde el centro imperial o utilizar a las elites locales? ¿Qué grado de libertad de maniobra se le otorga a esos intermediarios? ¿Incorporar a las poblaciones colonizadas al imaginario imperial como parte de un "nosotros" o seguir tratándolas como extranjeros? ¿Conceder cartas de privilegio a empresas privadas, como las Compañías de Indias, para que ejerzan funciones de estado? ¿Cómo denominar a los territorios conquistados? Esa flexibilidad en el uso de un menú de opciones implicó que en un mismo imperio podían convivir distintos regímenes de soberanía y distintas estructuras de poder.
Y la pregunta que queda pendiente, y que queda para la segunda parte de este post, es: ¿qué validez tiene esta caracterización hoy en día? ¿Seguimos viviendo bajo la égida de un poder imperial?

lunes, 19 de noviembre de 2012

Percepciones globales

Los índices de percepción son siempre un buen antídoto contra la indexofilia. En comparación con la supuesta objetividad de las combinaciones indigestas de estadísticas que pretenden mostrar en qué países la gente es más feliz, más libre o tiene mejor vida sexual, las percepciones son por definición subjetivas. Lo que no significa que no sean valiosas: en buena medida, los humanos tendemos a movernos mucho más por lo que percibimos que por una realidad supuestamente objetiva y mensurada.

Gallup acaba de publicar un nuevo estudio de percepciones, "Global States of Mind"con el ambicioso objetivo de brindar nuevas herramientas de medición a los líderes del mundo. En su resumen ejecutivo, indica que las estadísticas macroeconómicas clásicas muestran una foto estática de qué se produce y cómo se consume, pero no sirven para mostrar qué está pensando la población en un determinado momento. Como ejemplo de la utilidad del ejercicio, indica que leyendo estadísticas podíamos enterarnos que el PBI de países como Túnez o Egipto estaban creciendo hace dos años, pero al no saber qué pensaba su población, cuáles eran sus percepciones de su realidad, nadie pudo prever las revoluciones que se llevaron a cabo y modificaron todo el panorama político de la región.

En términos de metodología, el resumen indica que se viene trabajando desde 2005 con un cuestionario estandarizado de 60 preguntas, que se aplicó anualmente en 160 países a una muestra de aproximadamente 1000 adultos por país. En total, se llevaron a cabo más de un millón de entrevistas en los últimos 6 años. El foco del cuestionario es la percepción de bienestar, y para eso se parte desde las cuestiones más básicas (seguridad personal, alimentación, vivienda) hacia necesidades más avanzadas, como cuestiones institucionales, trabajo de buena calidad y satisfacción con la sociedad en la que uno vive.

Empezando con las cuestiones de seguridad personal, "la ley y el orden", a los entrevistados se les preguntaron cuestiones tales como si tienen confianza en las fuerzas policiales de sus localidades, y si se sienten seguros caminando solos por la noche. No resulta sorprendente que el país con mayor sensación de inseguridad sea Afganistán (un 29% de la población se siente segura), pero lo que sí me llamó la atención es que el país donde la gente se siente más segura (con 92%) sea Rwanda. Probablemente acá entre en juego la subjetividad de las percepciones, y mucha gente se sienta segura en comparación con lo que ocurrió en el país hace menos de dos décadas.

En la parte relativa a acceso a comida y un techo, de los diez países donde la gente siente que tiene que esforzarse más para conseguir comida, 9 están en África - aunque solo tres de ellos (Burundi, Congo y Liberia) coinciden con los diez países con menor índice de seguridad alimentaria; otros cuatro son considerados de "alto riesgo" y los otros tres (Gabón, Azerbaiyán y Lesotho) ni siquiera son considerados de alto riesgo. Por su parte, de los diez países donde la población considera que el acceso a la comida está mejor garantizado, nueve son considerados de bajo riesgo - y el restante, China, es quizá una cuestión de percepción: frente a las hambrunas del pasado, es probable que los chinos se sientan seguros respecto de su capacidad de poder alimentar a sus familias en la actualidad.

En las cuestiones de gobernabilidad e instituciones, Gallup mea un poco fuera del tarro al dividir a los países en "libres", "parcialmente libres" y "no libres", según un índice de libertad de prensa de Freedom House. Frente a preguntas sobre satisfacción de la población con los servicios públicos (transporte, salud, educación, calidad del medio ambiente), sobre confianza en distintas instituciones (gobierno, fuerzas armadas, sistema judicial, sistema electoral) y sobre percepciones de corrupción, llama la atención que además de los sospechosos de siempre (Nigeria, Kosovo, Honduras, Swazilandia) se encuentre tan baja la confianza en la honestidad gubernamental en lugares como Grecia, Portugal y República Checa.

Los próximos puntos tratan de cuestiones como acceso al trabajo y bienestar. Las preguntas indagan en las percepciones sobre las condiciones económicas en el lugar donde uno vive, la satisfacción con sus condiciones actuales y cuestiones de movilidad: ¿las cosas están mejorando o empeorando? También se les pregunta si sintieron dolor físico en las últimas 24 horas, si están preocupados con algo, si sienten que se les trata con respeto, si sonrieron, si aprendieron algo útil, si ayudaron a alguien. A partir del segundo grupo de preguntas, se arma una escala de "sufrimiento". El sufrimiento no guarda una particular relación con el progreso o bienestar económico: el país donde la gente más sufre (Bulgaria, con un índice de 45%) es un país pobre pero no miserable. Por su parte, los dos países con menor índice de sufrimiento (Brasil y Tailandia) no se destacan por su ingreso per capita o desarrollo humano... lo que sí es curioso es que cinco de los diez países con mayor índice de sufrimiento se ubiquen en Europa Oriental.

Finalmente, se le pregunta a la gente si tiene ganas de rajarse de donde está, y si aprueba o no a los líderes de su país. Nuevamente, llama la atención la subjetividad de las respuestas: no parece existir un factor objetivo determinante que se pueda correlacionar con la aprobación o desaprobación del liderazgo de un país. El índice de aprobación, por ejemplo, es de 80% en Luxemburgo, 86% en Azerbaiyán (uno de los países donde la gente más siente que no tiene morfi), 79% en Niger (uno de los 5 países más pobres del mundo) o 68% en la Argentina, pero sólo del 10% en Rumania, 16% en Angola, 21% en Italia y 30% en Chile.

Y la Argentina... ¿dónde queda? En casi todos los casos, con excepción de un alto grado de aprobación al liderazgo del país, estamos en el medio. No somos de los que más sufrimos, pero tampoco de los que menos sufrimos. No nos sentimos hiper-seguros, hiper-satisfechos o hiper-corruptos, pero tampoco sentimos que vivimos en un paraíso terrenal de la seguridad, la satisfacción y la honestidad. Es para pensarlo un poco, pero quizá seamos un país bastante consciente de su realidad y su lugar en el mundo. Quizá estemos donde tenemos que estar.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cacerolas en el mundo

Leímos en algunos medios de comunicación que el festival de cacerolas del BN, digo, del 8N, se extendió por el mundo. Con mucho glamour, y a pesar del frío y la lluvia, muchos compatriotas se quejaron de todo lo que está pasando frente a nuestras Embajadas y Consulados en París, Roma, Sidney, Madrid, Río de Janeiro y Nueva York. Después de enterarme que la adhesión al cacerolazo fue nula frente a nuestra Embajada en Puerto Príncipe, Haití, me agarró la curiosidad: ¿cómo se manifestaron los argentinos en las 145 sedes que no fueron cubiertas por los medios?

Hice algunas averiguaciones entre los colegas desparramados por el mundo, y uno de los puntos que me llamó poderosamente la atención es que las consignas fueron diseñadas para atraer la atención de los locales en cada lugar. En los países nórdicos en los que empieza el invierno, por ejemplo, se exigía el fin del frío. En nuestras Embajadas tropicales, las pancartas leían "Basta de Kalor". En términos generales, las protestas fueron pacíficas y espontáneas (la gente se juntó espontáneamente frente a nuestras sedes diplomáticas y consulares), pero hubieron algunos incidentes que los medios de comunicación no llegaron a registrar y que me gustaría comentarles a mis lectores.

Toda esta información llegó a Buenos Aires en cables secretos, entonces para proteger a mis fuentes y para no empañar nuestras relaciones amistosas con los países donde se permitió que argentinos y argentinas ventilen su indignación no los voy a nombrar.

La manifestación en un país de la ex-Yugoslavia por ejemplo, convocada por un empresario del sector parripollos en proceso de expansión internacional, se desarrolló en paz hasta que dos estudiantes mendocinos aparecieron con pancartas que pedían la muerte a los musulmanes. Hubo un fuerte debate sobre los límites a la libertad de expresión (que era al fin y al cabo una de las consignas de la manifestación) y por unanimidad se decidió derivarlos a la sede de un partido neonazi de la vecindad. Imbuido de fervor patriótico, el dicho empresario invitó a los demás manifestantes a la sucursal del parripollo ubicada a dos cuadras de la embajada y les ofreció un 20% de descuento a todos los que presentaran sus carteles de "muerte a la kretina".

Un episodio que podría haber terminado de manera trágica ocurrió frente a nuestra embajada en un país africano con un índice de pobreza de 92% y una mortalidad infantil superior al 15%. Los tres manifestantes celebraron haber juntado al 50% de la colonia argentina, y decidieron compensar el escaso número portando cacerolas gigantescas, que hicieran mucho ruido: mientras uno de los manifestantes sostenía el calderón, su esposa lo golpeaba con un martillo y el hijo sostenía una pancarta que leía "Basta de Hambre K" y tuiteaba el minuto a minuto. Todo parecía bien encaminado hasta que un grupo de unos 30 locales, alertados por la presencia de carne blanca, decidió tomar cartas en el asunto.

Invadieron la Embajada Argentina, y con el parqué de la oficina del Sr. Embajador armaron una enorme fogata, sobre la que apoyaron el calderón y, cubierta de agua, la desafortunada familia de ciudadanos argentinos tiernizada con una caja de Trapiche encontrada en la cocina. Alertado, el embajador se hizo presente y después de una ardua negociación logró cambiar a la familia argentina por su peso en carne totalmente deshuesada, 125 kg de papas, zanahorias, cebollas y verduras para hacer un buen caldo, 4 kg de panceta y 6 docenas de huevos. Debido a la urgencia del asunto, las áreas técnicas de cancillería aceptaron eximir a la embajada de presentar los tres presupuestos de rigor, y después de varios días de discusiones tomaron una decisión sobre la partida correcta para imputar el gasto.

Un divertido incidente ocurrió en una ciudad europea, en la cual un grupo de travestis salteñas en momentos del cacerolazo laburaba en las inmediaciones del consulado argentino. Al ver el enérgico grupo y su improvisada batucada, a las chicas se les chisporroteó el huso horario, pensaron que eran los festejos del 10N, la marcha del orgullo, y lideradas por una treintañera conocida como Yegua Montada, pasada de MDMA, se pusieron a bailar al son de la yegua montonera, portando pancartas prestadas de tradición, familia, propiedad.

El mayor éxito cacerolero fue en un país de Medio Oriente, uno que se sacó de encima a un dictador que había permanecido en el poder por 30 años y celebró sus primeras elecciones libres recientemente. Aproximadamente 50 argentinos con ollas y sartenes, pidiendo terminar con la diktadura y la tiranía K, hicieron contacto con un grupo local de rebeldes y juntos decidieron marchar desde la Embajada hasta el Palacio Presidencial. El cable de nuestra Embajada afirma que, llegando al Palacio, los manifestantes tuvieron el acceso habilitado por miembros de la guardia presidencial descontentos con el resultado de las elecciones, y una vez adentro sorprendieron al recientemente jurado Presidente en pijamas, ocupándose de su aseo nocturno.

Mientras los argentinos celebraban con cánticos de "no somos golpistas" y "basta de violencia K", los locales procedieron a arrastrar al Presidente a la plaza central de la capital, donde lo descuartizaron y colgaron sus partes en postes colocados en el hueco dejado por la estatua del ex-dictador y su familia. Acto seguido, procedieron a la ceremonia de juramento de un sobrino del ex-dictador elegido por una mesa chica de rebeldes y caceroleros como nuevo Presidente. Algunos de los manifestantes argentinos han recibido importantes cargos en el nuevo gabinete, y consultado por un medio local uno de los organizadores de la marcha manifestó estar "muy satisfecho con esta manifestación de democracia y participación popular. Ojalá podamos repetir esto en la Argentina, pero lo veo difícil porque allá hay mucha represión".

Los organizadores del cacerolazo en un país de Centroamérica se mostraron muy satisfechos con el resultado de la marcha en la capital: "¡Fue un golazo haber elegido la inseguridad como el eje de las protestas! La clave fue haber recomendado que, además de la cacerola y las pancartas, los argentinos trajeran a la puerta de la embajada un guardaespaldas armado por grupo familiar. Logramos manifestarnos dos horas sin un único asesinato o secuestro exprés, lo que muestra a las claras que el flagelo de la inseguridad tiene solución, sólo se requiere un poco de buena voluntad del gobierno nacional."

Pero sin dudas el episodio más confuso ocurrió frente a nuestra Embajada en un importante país asiático. Casi 100 argentinos se juntaron frente a nuestra embajada, pidiendo más democracia, más derechos humanos y más libertad de expresión. Como en ese país las redes sociales están prohibidas, no contamos con tuits sobre la primera media hora de manifestación. Para agravar las cosas, los argentinos no se dieron cuenta que las manifestaciones populares también son ilegales, por lo que la temible Policía Investigativa de *#!4 (nombre del país) - Agencia Nacional Antisubversiva (PIC-ANA) intervino y se llevó presos a 75 compatriotas. A partir de ese momento todas son versiones, algunas contradictorias.

Parece ser que uno de los líderes de la manifestación trató de explicar que las demandas de democracia se referían a la Argentina, no al país asiático. Testigos afirman que, mientras era sometido a técnicas milenarias de interrogación, y con lágrimas en los ojos, les decía a sus captores que "no tenemos quejas sobre los derechos humanos en su próspero país: acá nos dejan comprar dólares, nos dejan viajar a Miami, y tenemos libertad para contratar empleados sin tener que pagarles cargas sociales o darles vacaciones... ¿qué más podemos pedir?".

Al rato, alertada por las autoridades locales, se hace presente un funcionario de la embajada para tratar de ayudar. Al verlo, las damas presentes, despojadas de sus cacerolas y con sus manos atadas, empiezan a cantar: " fuera funcionarios korruptos, queremos libertad". Y los señores, con los ojos vendados, les explican a los agentes asiáticos: "no aguantamos más vivir con miedo, solicitamos asilo político en su país".

jueves, 13 de septiembre de 2012

Volver

Uno siempre vuelve, ¿no?

La venía postergando. La vuelta, digo. Volver a escribir, volver a publicar. Han pasado muchas cosas en los últimos meses. Se podría decir que es casi casi como estar en otro Ministerio. Por momentos parece un Mini, por momentos parece un Misterio. Uno también es otro. El cambio permanente, que le dicen. Y en el medio de tantos cambios, la incertidumbre, cierto temor a escribir cosas que quedan publicadas y de las que uno después puede llegar a sentir vergüenza...
Durante meses, frente a la consulta de por qué había dejado de escribir, mi respuesta fue siempre la misma: "me falta claridad". No es que hoy la tenga, pero también me di cuenta que no tiene sentido postergar lo inevitable por una búsqueda de algo que no sé si voy a encontrar en un futuro próximo. Entonces voy a seguir escribiendo sin claridad, y medio sin rumbo. A ver en qué dirección me lleva el viento.

Hablando un día sobre este bloj con una gran amiga, me dijo algo como que "en esto de escribir y publicar, también hay una gran dosis de vanidad, ¿no?". Me dejó pensando, porque algo de razón tiene, pero uno tampoco puede reducir la voluntad (o la necesidad) de expresarse a un ejercicio de vanidad. Por más esfuerzo que haga para tratar de imponer la humildad por sobre la vanidad, y por más recursos de estilo que utilice en esa batalla permanente de la virtud contra el vicio, la victoria final de la humildad (la que me haría verdaderamente libre) sólo es posible escribiendo lo que pienso y eliminando los borradores antes de publicarlos.

Reconozco que no soy tan virtuoso como para elegir ese curso de acción, por lo que seguiré corriendo el riesgo de quemarme en esta hoguera. Entonces vamos al grano, y dejemos de dar vueltas. ¿Por qué vuelvo? Resulta que hace más o menos un mes me llama Flor, y me pregunta si había leído el último comentario que me habían dejado. Le contesté que no, y procedió a leerlo. Una anónima o un anónimo escribió:

"EDA, espero que no dejes de escribir, tu ironía me divierte y, además, me calienta."

Ahora.... ¿hay mejor razón para volver a escribir que la posibilidad de un levante?

jueves, 15 de marzo de 2012

E-vocaciones (II)

Sigo con el tema de la vocación... creo que obtuve algunos datos importantes: la pasión de Marilita, el cinismo de D., la mediación de S. Pero todavía me falta. Siento que si bien r. abarcó una parte importante del tema, me falta algo. Así que sigo preguntando.


Eduardo, ministro: en alemán, para vocación se usa la misma palabra que para profesión: beruf, que viene del verbo rufen, llamar. En ese sentido, la vocación es un llamado, y un llamado es algo que viene de afuera. Sin embargo, si uno la entiende como revelación o epifanía, entonces la vocación está dentro de uno. Entonces tenemos que diferenciar el llamado a hacer algo de lo que es una necesidad interior, y en eso yo distingo tres puntos:


  1. En primer lugar, el llamado te puede despertar una vocación interior.
  2. La expectativa interior te lleva a hacer cosas independientemente del resultado: la tarea en sí es la que te satisface.
  3. Ahí logramos entender la diferencia entre la vocación y la necesidad: la necesidad te lleva a elegir algo por una razón (social, económica, psicológica, ganas de viajar), y una vez satisfecha la necesidad el interés disminuye.
Anónima, secretario: por mas que sea un cliché, para mi la vocación va por el lado del servicio. Es una forma de contribuir con la sociedad, colaborar con el argentino de una forma poco vista: en la protección de los intereses del país, al servicio de lo que necesite el país, de una manera que mejore la posición de Argentina en el mundo. No sé si hay límites. Dicen que el diplomático cumple funciones las 24 horas, y algo de verdad hay. Uno está todo el tiempo en funciones, y hay que ser cuidadoso incluso en la vida personal. Hay que balancear con la familia porque uno a veces no tiene horarios. Sin faltar al compromiso como funcionario, hay que saber balancearlo con otros aspectos de la vida que no son la carrera.


Anónimo, embajador: es fácil de entender pero difícil de expresar. Tenés miles de temas, absolutamente distintos unos de otros. Tenés por un lado la vocación diplomática en sí misma, y por el otro lado la vocación de servicio: hay miles de cosas por hacer, y si uno lo hace con ganas todo es interesante. Lo nuestro tiene relación con el exterior, y uno puede tener muchas motivaciones para ingresar: el derecho internacional, las relaciones internacionales, el interés por conocer otras culturas. Pero en el fondo es como la vocación del universitario: ¿por qué uno es abogado, o licenciado en lo que fuere? Quizá no hay mucha razón. Después viene la otra parte, las pilas que uno le pone para dedicarse a esto y dedicarse a esto con todo. La vocación es algo parecido a las ganas de servir, ganas de hacer lo que debés hacer. Y eso también vale para el Ministerio de Justicia o de Salud. En el fondo no te contesté, pero es difícil... la vocación son esas ganas de hacer cosas, de tomar un tema y hacer, de cumplir con el deber de uno.

Anónima, aspirante: me parece muy fuerte usar la palabra vocación, porque siento cuando te preguntan eso (en el ISEN, en el coloquio) que se trata de imponer una sensación de sacrificio, servicio, un verso como si estuvieras yendo a África a curar el hambre. No sé si uno tiene vocación diplomática, uno reconoce algo (un tipo de trabajo, un ambiente). No creo que la gente entre sólo por vocación, hay que considerar que el sueldo no es el de un maestro. Hay gente que le quiere dar un tinte de Jesucristo martirizado. Como toda profesión tiene sus pro y sus contra, tiene sus bemoles, y tiene una cuota de sacrificio, pero con una contraprestación elevada.


A. (varón, secretario): la vocación en mi vida, después de haber sufrido un colegio religioso por 15 años, siempre estuvo asociada al llamado religioso, una especie de iluminación divina que te iba a decir lo que tenías que hacer en la vida. Después te das cuenta que esa vocación por ahí no existe. Analizar tu vida en función de esa vocación que está siempre por llegar y no llega es un motivo de frustración, de sentirte como un tonto que no tiene esa vocación que le debería llegar a los hombres justos y responsables y que quieren hacer algo en la vida, no a los parias que se hacen la paja y les gusta mirar televisión. La vocación diplomática no existe: ser diplomático es tener una profesión que te puede gustar más o menos, es una construcción que vas haciendo de acuerdo primero a la clase de la que venís. Muchos argentinos ni siquiera pueden pensar en tener vocación diplomática porque no saben que existe la diplomacia. Pero ese sentido de la vocación diplomática, del servicio a la Patria, es un derivado de sombra de dios, como diría Nietzche. Sustituís a la Iglesia por una sombra de dios que es el Estado, y ser un funcionario del Estado es como ser una especie de cura.




Y en el fondo creo que todos tenemos un poco de razón.... la vocación es lo que uno quiere que sea.

lunes, 12 de marzo de 2012

E-vocaciones (I)

La vocación diplomática. Un término que se usa mucho en la Cancillería. A veces nuestro gerontes lo usan para insinuar que las cosas no son como eran antiguamente, que todo se ha ido al joraca: "los jóvenes que ingresan al ISEN no tienen vocación" o "se ha perdido la vocación". Casi casi como cuando uno escucha a una tía quejarse que el problema de la sociedad actual es que no hay más valores, está todo dado vuelta. Siglo XXI, cambalache, y todos manoseados. Cualquiera es embajador, cualquiera es un ladrón. En otros casos, uno lo escucha como justificación del ingreso a la carrera: "siempre tuve la vocación" o "desde chiquito quise ser diplomático: lo mío es una verdadera vocación".


El primer significado de vocación en el diccionario es el de llamado o inspiración religiosa que por extensión, en lenguaje coloquial pasa a ser una "inclinación a cualquier estado, profesión o carrera". Como buen ateo, me cuesta entender esta acepción. Aunque es práctica para explicar mi ateísmo: si, como dice la Real Academia, la vocación es un llamado de dios, entonces me queda muy claro que en mi caso dios no me llamó. Quizá se olvidaron de pasarle mi teléfono, o justo cuando llamó el celular estaba apagado o fuera del área de cobertura.


La cosa, sin embargo, se me complica cuando trato de entender o justificar mi estado diplomático: la Patria tampoco me llamó, y si llamó no dejó mensajito, y sin embargo acá estoy. De mi parte, puedo decir que el único llamado al que siempre respondo es el llamado de la noche. Y sin embargo no soy DJ ni drag dealer. Entonces me pareció que vale la pena tratar de descubrir qué es eso de la vocación, y volví a mis épocas de periodismo investigativo y salí a preguntar por el Ministerio: ¿qué es la vocación diplomática? ¿Cuáles son los límites de la vocación?


Antes mismo de empezar, discutí el tema con r., que es mucho más riguroso y menos chanta que yo, y me ofreció la siguiente introducción al tema:




"Intentando desbrozar el terreno se me ocurre que como la vocación se adentra profundo en ámbitos de la identidad y la personalidad, lo mejor es tratar de desarmar conceptualmente a un diplomático en esos ámbitos antes de pensar simplemente que es un trabajo como cualquier otro y que la gente lo elige porque no tiene muchas opciones. Bien puede ser el caso pero no tiene sentido pensarlo de esa manera ahora.

  1. Lo primero que uno debería preguntarse es por la vocación por lo público. Yo estoy convencido que la actividad pública y privada se sostienen sobre diferentes valores. Por lo tanto la vocación por la diplomacia debe contener la vocación por lo público.
  2. Lo segundo es la pregunta por el funcionariado público. La vocación por lo público podría expresarse mediante la militancia partidaria, en una ONG, en lugares sin tantas ambigüedades ideológicas ¿Por qué trabajar dentro de los cuadros estables de una burocracia profesional? Yo entiendo que debe haber una respuesta escondida dentro de la vocación de los funcionarios al rol imaginado que uno asigna al estado, a su construcción, y una elaboración acerca de los límites de la lealtad que uno le debe. La vocación diplomática sería una vocación por lo público estatal.
  3. Uno puedo tener 1 y 2 pero podría realizarla trabajando en el Ministerio de Economía ¿Por qué la Cancillería? Yo creo que es muy difícil pensar en definir funcionalmente el trabajo del diplomático. Creo que es el rumbo para el fracaso. Sin embargo, es posible pensar que indispensablemente unida a esta carrera se encuentra la necesidad de vivir largos periodos en el exterior, desarraigarse, relacionarse con otras culturas ¿Es que el concepto vocación puede absorver este tipo de deseo?"
Acto seguido, algunas de las respuestas que obtuve:

Hernán, secretario: es la vocación de servicio de representar al país en cualquier tipo de contexto y situación. Los límites son las cuestiones personales e individuales que hacen a tu vida, por ejemplo, la familia.

Anónima, ministro: poder participar en definiciones de lineamientos y políticas, coadyuvar en el protagonismo del país en un consenso internacional. En el fondo es una utopía. La vocación es llegar temprano, estar todo el día y no darse cuenta.

M. (mujer, Res. 48): es algo que yo no tengo y que se está perdiendo.

D. (varón, consejero): la vocación es una garcha.

S. (mujer, ministro): es un carácter, un temperamento. Somos personas componedoras, no de ruptura. En mi familia estoy siempre en el medio, para negociar entre unos y otros, buscando vías de contacto. Te tienen que interesar otras culturas, y una cierta facilidad de adaptación es esencial. El límite es la familia: ¿hasta dónde estás dispuesto a alejarte de los tuyos?

Marilita, funcionaria: es una pasión, un desafío permanente. Son las ganas de asumir riesgos, decir lo que uno piensa y aportar a una posición nacional para contribuir al desarrollo de nuestro país. El límite es el respeto a uno mismo, y a los valores y principios fundamentales de la condición humana.

Sigue en el próximo post.

viernes, 9 de marzo de 2012

La inteligencia del maracuyá

En el fondo de la casa de mi vieja hay una planta de maracuyá. A veces me cuelgo observando su crecimiento. El maracuyá, o passiflora edulis, es una planta trepadora sudamericana cuya llamativa flor es la flor nacional del Paraguay, y de la que sale una fruta con un sabor cítrico y un poco ácido que está muy de moda en los restaurantes de Palermo en diversas preparaciones. Como buena trepadora, el maracuyá no tiene un tronco que sostiene el crecimiento de la planta, sino que el mismo depende de su capacidad de adherirse a otras superficies que la orientan y le dan sustento.


Ese movimiento del maracuyá tiene como objetivo (como buena parte de todo lo que hacen las plantas) buscar mejor acceso a la luz solar para realizar la fotosíntesis de una manera más eficiente. Para eso, se trepan sobre otras plantas, postes o mismo sobre el cablerío extendido. Distintos tipos de trepadoras usan distintos mecanismos para trepar: el maracuyá utiliza zarcillos, que son como pequeños tallos que salen de las hojas buscando una superficie a la cual adherirse. Esa adhesión es la que le permite su crecimiento.


El zarcillo del maracuyá es como un rulo, como un cable telefónico que se extiende hasta encontrar la superficie indicada, y una vez que la encuentra se le enrosca armando una especie de trampa. Los animales tenemos el sentido de la visión, y nuestro movimiento generalmente se basa en función de un estímulo o reconocimiento visual. Como todos sabemos, las plantas no tienen ojos, entonces los zarcillos se valen de algo parecido al tacto para agarrarse de una superficie de apoyo. Ese "tacto vegetal" se denomina haptotropismo.

A veces me cuelgo largo rato observando el lento avance de los zarcillos, y el rápido avance de la enredadera una vez que encuentra el apoyo adecuado. La estrategia del maracuyá es inteligente, ya que al no necesitar gastar recursos en un tronco fuerte puede dedicarlos a la producción de una flor vistosa y un fruto suculento. Pero también necesita de un control externo porque, librada a sus propias fuerzas, la trepadora puede terminar sofocando a otras plantas al quitarles todo el acceso a la luz solar.

martes, 6 de marzo de 2012

Everyday is like Sunday

No me pasa seguido, eso de querer que todos los días sean domingo. Pero bueno, el domingo fui a ver a Morrissey en vivo por primera vez. No voy a hacerme el cool y decir que fue como ir a un recital cualquiera. Fue una larga espera, desde que el día que cumplí 15 años me regalaron mi primer caset de The Smiths, un super gastado TDK que sonó a morir con los 16 temas de Hatful of Hollow. Han pasado décadas, pero todavía me las conozco de memoria, y en el orden correcto...


Es una historia de desencuentros. Las dos veces que vino a la Argentina yo estaba fuera, y una vez fui contento a verlo en el Fuji Rock, para enterarme que Mozza se había enfermado y habían programado a Primal Scream en su lugar. Igual me contuve en las expectativas... no tiene sentido ilusionarse que uno de repente va a volver a tener 16 años y va a hacer agujeros en el vinilo de The Queen is Dead de tanto rodarlo. Tampoco soñé con que de repente iba a surgir Johnny Marr con su guitarra, Morrissey sacando gladiolos de su bolsillo y que el mundo volvería a ser lo que fue, en los '80.


Aunque por unos minutos lo fue. Cuando empezó con "The first of the gang to die", por ejemplo. Esa oda a los pandilleros chicanos de Los Angeles, seguida por "You have killed me" y "You're the one for me, fatty". La banda sonaba muy bien, y Morrissey retrocedió 25 años en el tiempo, a una época en la que pocas cosas sonaban tan atractivas como ser atropellados por un camión de 10 toneladas, y le siguió con una versión melódica de "Everyday is like Sunday".


Un par de temas del último disco, con "Alma Matters" en el medio, y un poco de tortura con la inefable "Ouija board, ouija board". "I will see you in far-off places" fue como un alivio, en una versión orientalizada, y el punto alto de la noche vino con "I know it's over", una de las canciones de ruptura más impresionantes de la historia, esa fotografía del momento en que la necesidad es más fuerte que el amor, y en el que uno se aferra a algo por absoluta incapacidad de saber hacia donde ir.


"Let me kiss you" y "Black cloud" calmaron un poco las aguas. Si bien yo creía que el público iba a ser onda nostalgia, me sorprendió la cantidad de veinteañeros acompañando canciones compuestas en una época anterior a su mismo nacimiento. Igual, hacia demasiado calor para el festival de Morrissettes. Y la temperatura volvió a subir con "Meat is Murder", acompañada de un video (el único de la noche) con escenas tremendas de maltrato de animales en la industria de procesamiento de alimentos. El refrán modificado (Kill, Eat, Murder) le da una fuerza nueva a la canción. Era el momento político del show, y Mozza volvió a repetir que las Malvinas son argentinas.


A esa altura a Morrissey ya le quedaba poca voz, en un momento puteó por haber salido a hacer un jogging largo durante el día, y "Please please please let me get what I want" sufrió un poco por esa falta de voz. Un tema nuevo ("Scandinavia") y el show cerró con una versión bien ochentosa (y casi instrumental) de "How soon is now", y un bis cortito con "One day goodbye will be farewell".


Con el cancionero acumulado a lo largo de tres décadas, era imposible satisfacer a todo el mundo. V. se quejó de la ausencia de "The more you ignore me, the closer I get", otros querían "Suedehead". A mi me hubiera gustado alguna de "Strangeways, here we come". Pero fueron 85 intensos minutos de un más que digno recital. Y hasta me dieron ganas de postear algo de nuevo....

miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Qué opina la BBC de Alicia Castro?

Un post corto, para linkear esta nota de la BBC sobre la designación de Alicia Castro como embajadora argentina ante el Reino Unido. Con el título "La señal que manda Argentina con su nueva embajadora en Reino Unido", se puede resumir en la siguiente frase:


Por su fuerte carácter y por ser señalada como muy nacionalista, se considera que Argentina aumenta con la nueva embajadora la presión sobre Reino Unido en la disputa territorial.

La nota empieza contando que Alicia Castro se hizo conocida nacionalmente al desplegar una bandera norteamericana en el Congreso en 2002, y repasa su historial con mucho destaque a su rol como embajadora argentina en Venezuela: "fue de hecho un actor clave en el acercamiento que se inició entre Venezuela y Argentina con la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner en ese año" (2003). Resbala un poco al mencionar los rumores de un acercamiento sentimental con Hugo Chávez, aunque reconoce que los mismos siempre fueron circulados por la oposición venezolana y nunca fueron confirmados seriamente. Con un poco más de carne, citan a la siguiente declaración de Taiana:

Cubrir la embajada (antes vacante) es un paso positivo. Nosotros tenemos que lograr que Gran Bretaña se siente a negociar, y eso lo vamos a lograr generando presión internacional y actuando sobre la opinión pública británica.

Mi opinión personal, de charlas con la Embajadora, es que no existe en la clase política argentina una persona mejor preparada que Alicia Castro para realizar un trabajo de actuación sobre la opinión pública británica. Tiene un conocimiento profundo y sofisticado de la sociedad británica, y la verdad es que nunca escuché a un político argentino que hable tan bien inglés.

Pero también debo mencionar las otras cuestiones de la gestión de Alicia Castro en Venezuela, que son fácilmente encontrables en la web cuando uno googlea "alicia castro violencia laboral". El resumen más completo está en esta nota de Perfil. Y acá hay que separar las operaciones basura de la realidad. Buena parte de las boludeces que afirma Perfil son nada más que eso, boludeces. Perfil critica a Castro por tener buena relación con la clase política venezolana y por tener acceso directo al Presidente Hugo Chávez. En otras palabras, la critica por hacer bien su laburo.

También aparece bajo el rubro "excentricidades" el hecho de traer carne argentina desde Buenos Aires. Me da un poco de bronca ver que, después de años de esfuerzo para que nuestras Embajadas sean una vidriera de la producción argentina, un diario de ese porte considere que el hecho que un Embajador promocione la carne argentina, los vinos argentinos o los diseñadores argentinos sea considerado una "excentricidad". Quizá Perfil prefiera volver a las épocas en las que los embajadores argentinos consumían whisky escocés, vinos franceses y diseñadores italianos.

Pero las denuncias de acoso laboral existen, y no deben ser tomadas a la ligera. De la misma forma que creo que Alicia Castro puede hacer un excelente trabajo de actuación sobre la opinión pública británica, también hay que reconocer que todo puede ser en vano si la prensa amarilla inglesa empieza a levantar testimonios de empleados locales maltratados por la nueva embajadora.

lunes, 30 de enero de 2012

Hombre en la Luna

De una lectura desapasionada de los medios de comunicación argentinos después de las elecciones presidenciales, uno podría pensar que tenemos la peor oposición del mundo. Incluso algunos medios opositores sugirieron que la "culpa" del 54% de votos de la PNA sería de la incapacidad de la oposición de presentar una visión coherente y atractiva de país. Me parece que los argentinos tenemos como una tendencia natural a pensar que lo que nos toca vivir es peor o más desgraciado que lo que les toca vivir a los demás. Creo que hay un poco de amor por el extremo ahí: si no podemos ser los mejores, por lo menos seamos los peores. Pero no seamos un país más del montón.


Y a veces no nos damos cuenta que en todos lados se cuecen habas, y que hay cada político dando vuelta por ahí... Incluso en los llamados "países serios", que son como un espejo en el cual nos queremos reflejar. Por ejemplo, Estados Unidos, que es un país que comparte con nosotros una cierta tendencia a dividir el mundo en "algo" y "anti-algo". Y que está en campaña electoral este año. En un primer momento, parecía que el ex-gobernador de Massachusetts Mitt Romney tendría el camino allanado para la nominación a la candidatura del Partido Republicano. Pero en las últimas semanas, algunos elementos de la extrema derecha del partido han volcado sus fuerzas y su militancia en un movimiento anti-Romney.


El candidato anti-Romney en estos momentos es Newt Gingrich, un exótico ex-diputado que en los '90 lideró el movimiento conocido como "revolución republicana", de acérrima oposición al entonces presidente Clinton. Después de ganar las primarias en Carolina del Sur la semana pasada, se lo empezó a tomar un poco más en serio. Desafortunadamente no encontré traducción al castellano de su discurso en Florida la semana pasada, pero la próxima vez que despotriquemos contra lo peorcito de nuestra oposición (Duhalde, Lilita, Ricardito et al), dediquémosle un minuto de atención a Newt.


Gingrich promete que, al final de su segundo mandato como Presidente en el año 2020, Estados Unidos tendrá la primera colonia permanente en la Luna. Y va más allá en su visión: resucitó un proyecto de Ley suyo de 1981, donde propone recrear la Ordenanza Noroeste (la ley de 1787 que estableció la expansión de EE.UU. al oeste), pero esta vez para el espacio sideral. Y establece las condiciones para que, cuando la colonia llegue a los 13.000 habitantes, puede pedir su incorporación como Estado.


ELY define esta situación como "el freak show de candidatos republicanos". El New York Times propone que se vaya a candidatear como Presidente de la Luna. Y ya que estamos, que se lo lleve a Duhalde de asesor.

jueves, 19 de enero de 2012

¿Dónde queda la Argentina?

Bueno, después del quejoso tono de mi post anterior, decidí tomar el toro por las astas y empezar a tratar Los Grandes Temas. Si algo me quedó de mis clases de teoría de las relaciones internacionales es que, al hablar de cualquier tema de política internacional, la ausencia de un marco teórico implica que uno padece de una opinologitis (también conocida como doñarosismo) y termina cayendo en un artículo de diario. Por eso, antes de empezar con Los Grandes Temas me parece esencial hacerse un par de Grandes Preguntas (la metafísica de la blogudez): ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Cuál es la razón de nuestra existencia? En otras palabras: ¿Qué lugar ocupa la Argentina en el mundo?


Creo que todos podemos estar de acuerdo en que no somos una Superpotencia - aunque escucho argumentos en contrario. En el otro extremo, en un post llamado "Lectores que diferencian entre información y campañas pagadas por el Estado", uno de los bloggeros que sí tratan Los Grandes Temas de la Política Internacional recoge un comentario (en el sentido de información y no campaña) que afirma lo siguiente:


Cada vez estoy más convencido que esta comarca, no puedo llamarla nación ya, se encamina a la fragmentación geográfica y política.


Quizá tenga razón el comentarista y esto que llamamos República Argentina sea un invento a sueldo de Fuerza Bruta, así que me voy a apurar para terminar este post rápido rápido, antes que nos desintegremos y no tenga sentido hablar del lugar de esta comarca en el sistema de naciones. Intuitivamente, podríamos decir que somos una potencia mediana, o una potencia regional, pero ¿es realmente eso lo que somos? Ahora bien, para poder responder a esa Gran Pregunta, antes tenemos que preguntar: ¿Qué es una potencia mediana?


Para no tener que pensar mucho, podríamos tratar de ubicarnos en el escenario internacional a partir de mediciones de variables que hacen al poder de un país. Por ejemplo, entre las aproximadamente 200 naciones independientes del mundo, somos la 32 en población, 8 en superficie, 27 en PIB nominal, 22 en PIB PPP, 146 en gasto militar como porcentaje del PIB, 18 en usuarios de internet, 8 en red ferroviaria, 30 en emisiones de dióxido de carbono, 45 en índice de desarrollo humano, 2 en punto más austral . Si todo se limitara a promediar nuestras distintas ubicaciones en el mundo, podríamos decir que somos una potencia mediana. Pero corremos el riesgo de contraer indexofilia, y no es un método muy científico. Así que vayamos a la teoría.


Para el realismo puro y duro, no existe eso de las potencias medianas: la Historia es escrita por las grandes potencias, y los demás países son como moscas que revolotean y se alimentan de la mierda de los grandes, hacen un ruidito molesto pero ni siquiera tienen el poder de picar como un mosquito. Pero el realismo puro y duro no existe, y hasta un autor esencialmente realista como Martin Wight terminó haciendo una distinción entre las potencias medianas y  regionales en el capítulo V (Potencias Menores) de su clásico "La Política del Poder":


Las presiones políticas no actúan de manera uniforme sobre la totalidad del sistema de Estados, y en algunas regiones culturalmente unidas pero políticamente divididas una sociedad internacional subordinada entra en escena, con un sistema de Estados que reproduce en miniatura las características del sistema de Estados general.


Cita como ejemplos de potencias regionales a Brasil y Argentina en Sudamérica, pero termina concluyendo que existe generalmente un mayor abismo entre las grandes potencias y las potencias medianas que entre estas y las potencias menores. Como definición, Wight afirma que sólo las grandes potencias tienen intereses generales y pueden "unificar continentes, dominar los mares o controlar los mercados internacionales". Pero mientras las potencias menores cuentan con "una política externa tan limitada que no llegan a tener intereses más allá de la preservación de su independencia", les reconoce (¿nos reconoce?) a las potencias medianas cierto interés general limitado a algunas cuestiones y a la región de pertenencia y cierta capacidad de acción.


Entonces la pregunta que nos debemos hacer es: ¿tenemos intereses nacionales, aunque sean limitados, que vayan más allá de mantener nuestra independencia? Y, si la respuesta fuera positiva, ¿tenemos capacidad para actuar en consecuencia? Ahora, para hacerlo más estricto: ¿nuestra acción en estos temas se prolonga en el tiempo? Creo que si los logro convencer, queridos lectores y lectoras, que en un número arbitrario (pongamos siete, porque me gusta el número 7) de Grandes Temas cumplimos con esas tres condiciones, nos podemos auto-titular una Potencia Mediana. Veamos:


1. Descolonización: es la piedra fundamental de nuestro reclamo por Malvinas. Si bien no hemos tenido el poder de fuego para recuperar las islas, hemos logrado bloquear (con un fuerte apoyo del G-77) todos los intentos británicos de aplicar el principio de auto-determinación para los kelpers. Una derrota en este campo podría implicar un plebiscito, la independencia de las islas y el fin de nuestro reclamo. Game over. No estamos como queremos, con la celeste y blanca flameando en Puerto Argentino, pero hemos logrado mantener la cuestión donde queremos: como un tema de descolonización.


2. Negociaciones comerciales multilaterales: nuestra posición ha sido coherente a lo largo de las últimas décadas, y es la posición de Cairns. Bregamos por una mayor liberalización del comercio agrícola, y jugamos un rol importante en la Ronda Uruguay. En Doha no tuvimos el poder de fuego para imponer el acuerdo que hubiéramos querido, pero sí tuvimos la autonomía para, al lado de la India, bloquear un acuerdo que hubiera sido perjudicial para nuestros intereses industriales.


3. Cambio climático: en temas ambientales nuestra postura es generalmente sólida y más que digna, pero en cambio climático somos líderes. La Argentina cumplió un papel vital en la aprobación del Protocolo de Kioto (1997), y desde entonces jugamos un rol de liderazgo en la materia. No hay mesa chica en materia de cambio climático a la que la Argentina no pueda acceder por mérito propio, y nuestra autoridad moral es ampliamente reconocida por los demás países (y nos ha costado más de una fricción con, por ejemplo, Brasil).


4. Antártida ca: en materia antártica, nuestro rol es científico, político y militar. Desde que el 22 de febrero de 1904 nuestra bandera fuera izada en la primera base antártica permanente del mundo hemos tenido presencia ininterrumpida. Fuimos uno de los 12 países signatarios del Tratado Antártico (1959), y en 2004, después de años de ardua negociación, finalmente se logró crear la Secretaría del Tratado Antártico con sede en Buenos Aires.


5. Estabilidad política regional: de cierta forma, se puede decir que somos una potencia conservadora en estos temas, ya que hemos jugado fuerte en distintas ocasiones para garantizar la estabilidad política en Sudamérica. Nuestro rol en ese sentido ha sido reconocido con el Premio Nobel de la Paz para Saavedra Lamas en 1936, y como ejemplos recientes podemos citar la reunión de emergencia de Unasur en Buenos Aires en ocasión del intento de golpe policial contra Correa en Ecuador, y el rol de Néstor Kirchner como mediador entre Colombia y Venezuela.


6. Cooperación Sur-Sur: la Argentina es uno de los más activos participantes en el sistema de cooperación internacional entre países en desarrollo. Desde la creación del Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (FO-AR) en 1992, se han ejecutado más de 4.000 acciones de cooperación en 55 países. Además de ser propulsores de la horizontalidad en la cooperación, también somos muy activos en las modalidades de cooperación triangular (donde un país desarrollado y un país en desarrollo trabajan conjuntamente para brindar cooperación a países de menor desarrollo relativo). En la actualidad, estamos trabajando junto a Naciones Unidas para crear un observatorio de cooperación sur-sur en nuestro país.


7. Derechos Humanos: es un caballito de batalla de la Argentina en el mundo. Tenemos a Madres y Abuelas. Tenemos un Premio Nobel de la Paz. Tenemos el Juicio a las Juntas y el Nunca Más. Tenemos una Constitución de avanzada. Pero también tenemos décadas de militancia en la materia, y un gobierno que es reconocido internacionalmente por haber hecho de los derechos humanos una bandera.


En todos estos Grandes Temas, nuestro interés nacional no es simplemente discursivo, sino que se traduce en un accionar sostenido en el tiempo por gobiernos de distintos signos políticos y llevado a cabo, bajo el liderazgo del poder político, por la Cancillería en coordinación con distintas áreas de gobierno y de la sociedad civil argentina.


PS: la inspiración para este post viene, además del post anterior, de una pregunta de r. (¿somos una potencia mediana?) y de una observación de Mazingerkid ("en política exterior está todo por hacerse"). La subvaloración de las capacidades propias es, en política exterior, un error de cálculo tan grave como la sobrevaloración. El Premio Nobel de la Paz es como el Oscar de la política exterior. Latinoamérica tiene 5 en su historia, de los cuales 2 son nuestros. Para una Cancillería, es como una ISO 9000 de la diplomacia. Además de Argentina, la única Cancillería latinoamericana certificada es la mexicana (Alfonso García Robles, 1982). Ignorar ese dato es tan grave como salir por el mundo creyendo que somos Gardel.

martes, 17 de enero de 2012

Touché ... pero es obvio que Abel tiene razón

Abel viene aprovechando el tranquilo y cálido mes de enero para escribir una serie de posts sobre la agenda internacional. Haciendo un recopilado sobre lo (poco) que hay en la blogosfera sobre temas de política internacional, este bloj no está incluido. Después de mi indignación inicial por sentirme olvidado, me puse a pensar en las razones por las cuales EAyEA no estaría en la lista corta de Abel. Y la más obvia es que, bueno, revisando el historial de entradas, no hay mucho sobre "alta política internacional".


Debo decir que desde el principio traté de evitar las grandes cuestiones que, para la Argentina, son variables exógenas. Por otra parte, los Kissinger y Mitterlchöffel de la vida me aburren profundamente (hay muchos en la Cancillería). Y entonces he pasado un año y medio tratando de pintar el chiquitaje de nuestra política externa concreta en gruesas pinceladas: nuestras relaciones comerciales con China, las funcionalidades de la Cancillería,  cuestiones presupuestarias, la política externa automotriz de la Argentina, las negociaciones comerciales multilaterales, el voto del argentino en el exterior, y así por delante. También me concentré mucho en los temas de cocina interna del Ministerio encargado de llevar adelante nuestra política exterior: el ingreso a la carrera, las mujeres en la diplomacia, nuestras sedes en el exterior, el terror a la cámpora, la chusmocracia. Y muchas blogudeces varias del momento.


Pero me doy cuenta que realmente hay muy poco sobre los grandes temas: el futuro del planeta, el lugar de la Argentina. La crisis en Europa: ¿qué va a pasar con el euro? La crisis en medio oriente: ¿se logrará la tan ansiada paz? La única vez que me puse a escribir sobre la cuestión del medio oriente es porque habían unos turistas argentinos varados en Egipto. La transición en Norcorea: ¿se viene la reunificación?... es como que fuera por el mundo describiendo cada árbol que encuentro, y terminara sin darme cuenta que estoy perdido en el medio de un bosque. Y se viene la noche. Y en lugar de hacer una buena cartografía del grande bosque, me pasé un año y medio escribiendo sobre linternas, bolsas de dormir y repelentes de mosquitos. El chiquitaje que a nadie le importa.


Entonces, bueno, tocado pero no hundido. Yo también tengo un ego, a Abel lo respeto un montón, y no me gusta que me haya excluido de su listado de Blojs Importantes que Tratan Temas de Alta Política Internacional. Así que hablemos de Los Grandes Temas Que Le Interesan a la Argentina. Ehhhhhhhhhh, ¿a alguien se le ocurre alguno?

domingo, 15 de enero de 2012

Todo es cultura

Antes de empezar con el tema de este post, les quiero recomendar muy enfáticamente la lectura de "El prisma del lenguaje", del lingüista israelí Guy Deutscher, uno de los libros más interesantes publicados en castellano durante el 2011. El argumento se enmarca en la vieja discusión (casi tan vieja como la Torre de Babel) sobre el lenguaje y la cultura. En la actualidad, a partir de la obra de Noam Chomsky, predomina la visión de que la adquisición del lenguaje es un proceso natural (el llamado innatismo) y la existencia de una gramática universal. Deutscher trata de desandar ese camino y mostrar que el lenguaje que hablamos (nuestra lengua madre) tiene una gran influencia en la forma en que entendemos el mundo que nos rodea.


Y esto se enmarca en un debate con amigos sobre la importancia de la cultura en nuestra polex, y los distintos usos que puede tener la cultura argentina a la hora de avanzar nuestro interés nacional. Como siempre, el diablo muchas veces está en las definiciones. Por ejemplo, ¿qué es cultura? Deutscher empieza con tutti, mostrando que la misma definición de cultura tiene un importante aspecto cultural. Para ello, toma los cuatro idiomas más importantes de Europa Occidental y saca de diccionarios la definición para cada uno de los distintos idiomas. Del Diccionario Chambers (inglés), extrae la siguiente definición de culture:


Cultivation, the state of being cultivated, refinement, the result of cultivation, a type of civilization (exquisitez, el estado de ser culto, refinamiento, la consecuencia de ser culto, un tipo de civilización).


El Diccionario Störig (alemán) define kultur como:
Gesamtheit der geistigen un künstlerischen Errungenschaften einer Gesellschaft (la totalidad de los logros intelectuales y artísticos de una sociedad).


En francés, el Diccionario ATLIF presenta la siguiente definición de culture:


Ensemble de moyens mis en œuvre par l'homme pour augmenter ses connaisances, développer et améliorer les facultés de son esprit, notamment le jugement et le goût (conjunto de medios utilizados por el hombre para aumentar sus conocimientos, desarrollar y mejorar las facultades de su espíritu, en especial el juicio y el gusto).

Y en nuestro idioma, el Diccionario de uso del español de María Moliner aplica la siguiente definición de cultura:


Conjunto de la actividad espiritual de la humanidad.


El argumento de Deutscher es que cada una de las cuatro definiciones de cierta forma logra confirmar los estereotipos existentes sobre estas cuatro grandes culturas europeas: una elegante pero evasiva lista de sinónimos en inglés, precisa y concienzuda en alemán, pomposa, idealista y formalista en francés, y amplia y espiritual en español.


Pero cuando hablamos de la importancia de la cultura en nuestra polex, y la importancia de mostrar al mundo nuestra argentinidad, estamos hablando de algo más amplio que una definición de diccionario. Estamos hablando de cultura en un sentido antropológico, como fuera definida en 1871 por el antropólogo inglés Edward Tylor en su libro "Cultura primitiva":


En un sentido etnográfico amplio, (cultura) es esa compleja totalidad que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, derecho, costumbre y todas las capacidades y costumbres adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad.


Entonces promocionar la cultura argentina no se limita a llevar al mundo nuestras manifestaciones artísticas. No se trata simplemente de auspiciar un concierto de Marta Argerich, organizar un campeonato de tango, hacer un discurso de apertura en una mesa redonda sobre Borges o hacer campaña en Hollywood para que "El Secreto de sus Ojos" sea vista por más votantes de la Academia. Tampoco alcanza con la utilización de Messi o del Che Guevara como símbolos de nuestra argentinidad.


Se trata de cierta forma de representar para el exterior la totalidad de la obra de transformación de generaciones de argentinos con la materia prima que la naturaleza nos ha brindado.

miércoles, 11 de enero de 2012

Japón: una epifanía

Hace unos meses, una frase escrita por el Cookie Monster referida a Japón me quedó retumbando en la cabeza: "estos pibes están en el horno con papitas". Era una referencia a la fortaleza del yen y su (aparente) desconexión con las realidades de la economía japonesa. Hice un primer esbozo de respuesta, que no me quedó del todo mal pero tampoco me terminó de convencer. La semana pasada, escarbando la basura hasta pensé en incluir el post entre lo peorcito del bloj, pero la verdad es que no se lo merecía - hay cosas mucho peores.


Y anteayer llegué a este post de Krugman, comentando esta nota de Eamonn Fingleton. La primera reacción fue la envidia, porque en definitiva yo querría haberle respondido a Cookie de esa manera. Mi respuesta se concentró demasiado en la cuenta corriente, los equilibrios contables y algunos cambios estructurales en la economía japonesa, mientras que Fingleton lo encara con cuestiones cualitativas e ideológicas que van al punto central del argumento: lo importante no es el valor del yen en un determinado momento, sino por qué Japón no está en el horno con papitas.


Empecemos con los aspectos cualitativos. Como bien dice Krugman, Fingleton dispara con todo lo que tiene sabiendo que algunos de los tiros van a terminar dando en el blanco. El punto central del argumento es que en términos de crecimiento del PBI Japón no se ha destacado en los últimos 20 años, pero que en las variables que realmente importan (calidad de vida de la población), las "décadas perdidas" van a ser recordadas como la edad de oro.


Y en eso tiene una colección de argumentos:


  • La expectativa de vida subió 4,2 años en esas dos décadas
  • En incorporación de tecnología a la vida cotidiana, Japón sigue siendo número 1
  • El yen es una reserva de valor
  • El desempleo nunca pasó del 5%
  • La inversión en infraestructura sigue siendo top notch. En infraestructura física, Japón es sin duda el país más avanzado del mundo
  • Cita un informe que no logré encontrar de Akamai technologies que indica que de las 50 ciudades del mundo con servicio de internet más veloz, 38 se ubican en Japón
  • Los avances en materia ambiental (calidad de aire y agua, por ejemplo)
  • Gastronomía: Tokio es la ciudad del mundo con mayor cantidad de restaurantes con la máxima categoría según Michelin (16, contra 10 en París)
Hay muchos otros aspectos cualitativos que no se mencionan, como por ejemplo los esfuerzos oficiales para aumentar el espacio de vivienda por habitante, las políticas públicas para igualdad de género, disminución de jornada laboral, etc etc etc. Desde un punto de vista de las impresiones personales, cita a este artículo de William Holstein sobre la calidad de vida que disfrutan los japoneses hoy en día: las comodidades tecnológicas, la calidad del parque automotor, la organización de la sociedad. Son impresiones que, habiendo vivido en Japón, mayormente comparto.

Hablando de las impresiones, recuerdo dos vacaciones que me tomé viviendo en Japón. Normalmente trataba de acumular vacaciones para venir a la Argentina y, aunque los aviones siempre hacen escala, trataba de quedarme la mayor cantidad de tiempo en Buenos Aires. Pero una vez me bajé en EE.UU. y otra vez en Europa (mini-luna de miel). Viniendo de Japón, me llamó la atención en Europa la baja calidad de los servicios públicos, la desorganización general y el mal estado de mantenimiento de las ciudades. En EE.UU., donde los servicios son bastante superiores y las ciudades están en mejor estado de conservación que en Europa, el impacto fue por las desigualdades sociales, la riqueza extrema y los bolsones de pobreza que, en Japón, uno no ve. Uno tiende a poner a los países del primer mundo en una misma bolsa, pero de cierta forma mi impresión fue que Japón está un paso más adelante. No tanto por la riqueza, pero por la calidad de vida de la gente.

La segunda pata del argumento de Fingleton es la ideológica: por distintas razones, existe en Occidente una tendencia a menospreciar a Japón. Eso se observa incluso en la forma en que estudiamos la historia japonesa en Occidente, y es uno de los viejos caballitos de batalla de este bloj. La opinión predominante es que el desarrollo económico japonés se inicia a partir de la Restauración Meiji, y que antes que Occidente cayera con los kurofune las islas eran pobladas por bárbaros muertos de hambre con sus costumbres samurai atrasadas. Eso se observa incluso en esa tendencia a identificar el bakufu con una especie de feudalismo japonés: implica desconocer que, en 1850, Japón era un país de avanzada en materia de salud y educación pública, seguridad alimentaria, política ambiental y administración gubernamental. Le faltaba llevar a cabo la revolución industrial, y ese es el gran aporte de Occidente al desarrollo japonés.


Fingleton correctamente señala a los centros de pensamiento de la derecha neo-liberal con el mantenimiento de los prejuicios ideológicos. Para un neo-con es imposible aceptar que el éxito de Japón haya venido de la mano de un sistema basado en remedios de cuño "socialista" (regulaciones gubernamentales, políticas públicas activas) que en definitiva privilegian la distribución del ingreso por sobre la obtención de lucro por parte de las empresas.


Y Japón en larga medida ha sabido utilizar esa ideología en su propio favor. En lugar de contrarrestar las visiones apocalípticas sobre su propio futuro, las ha utilizado para no tener que pagar los costos de ser un país superdesarrollado: para no abrir sus mercados, no aumentar su cooperación internacional y no compartir los beneficios de su prosperidad. Una de las frases de cabecera en la comunidad diplomática occidental en Tokio es que Japón tiene una enorme dificultad para hacer escuchar su voz en la comunidad internacional, y que eso se deriva en incapacidad para "aplicar el reglamento" cuando corresponde. Lo que es verdad, y de cierta forma es coherente con su histórico aislacionismo.


Un buen ejemplo de esos prejuicios ideológicos se observan en el debate demográfico. Cookie afirmó que "cuando la población dejó de crecer, se terminó el milagro económico japonés". Fingleton le contesta con que, esto que en Occidente observamos como "problema crítico" y "falla de política" es, al contrario, un resultado buscado. De la misma forma que en el siglo XVII el tercer shogun Tokugawa, Iemitsu, identificó la deforestación como un problema y se embarcó en el primer programa nacional de reforestación del mundo, después de la II Guerra Mundial los japoneses decidieron controlar el crecimiento demográfico descontrolado y tratar de reducir (con políticas públicas que nunca llegaron a los extremos de las aplicadas en China) el tamaño de las familias. Si hoy Japón es el país más avanzado del mundo en robótica, es porque correctamente se identificó la necesidad de contrarrestar el control poblacional con una política activa de automatización de la producción.


El gran defecto del ensayo de Fingleton es que no incluye en su relato los acontecimientos posteriores al 11 de marzo, y lo que pasó en esas islas en los últimos meses no ha sido moco de pavo. Lo dejo para un próximo post, y me despido por hoy con la conclusión de Holstein:


Uno debe ser profundamente humilde sobre su capacidad de comprensión de la sociedad y la economía japonesas. Es un país extremadamente complejo que opera sobre la base de un sistema de valores distinto a los nuestros. Es muy fácil proyectar los valores estadounidenses, y cometer errores básicos de interpretación. Pero sigo convencido de algo: los obituarios que se siguen escribiendo para Japón en los medios occidentales ... son proclamas ideológicas, no conclusiones basadas en una observación detallada de la realidad.