viernes, 4 de noviembre de 2011

Un día como hoy

Es imposible reducir las líneas generales de la política exterior (o cualquier política) de una sociedad compleja y plural como la Argentina en una frase, una fecha, un principio, una cumbre, una persona o una reunión. Pero es común hacerlo, quizá sea un requisito del método histórico. La necesidad de poder construir un relato accesible, y de poder condensarlo hasta que se transforme en parte de la curricula escolar. No tiene que ver con la Argentina, pero siempre me pareció medio absurdo eso de que "el asesinato de Franz Ferdinand desencadenó la Primera Guerra Mundial". Como el exceso del reduccionismo. Pero a veces uno no resiste a la tentación de reducir.


Un día como mañana, pero en diciembre de 1990, un PNA recibía la primera visita de un Presidente de EE.UU. a Buenos Aires en 30 años. Cuenta la leyenda que varios de sus principales asesores le habrían recomendado al POTUS en cuestión cancelar la etapa Buenos Aires de su gira latinoamericana, esencialmente porque en esas horas se producía el último levantamiento carapintada. Pero que el Presidente de EE.UU. insistió personalmente en venir a respaldar a un Presidente que había cambiado en pocos meses los ejes históricos de la política exterior argentina, enviando naves al Golfo Pérsico en una fuerza multinacional a pedido de EE.UU. En su discurso en la Casa Rosada, Bush padre dijo:


Argentina ha marcado el camino en la restauración de la democracia. Y el Presidente Menem y los argentinos han demostrado esta semana su firme decisión de no permitir que ningún grupo lleve de vuelta al país a los días de violencia y dictadura. Una muestra excepcional de fuerza y determinación.


También cuenta la leyenda que cuando Bush se encontró a solas con Menem, lo felicitó por todas sus victorias recientes (contra los carapintadas, contra los iraquíes, contra la inflación) con la siguiente frase: "Carlos, you are the winner" ¿Cómo resistir la tentación de decir que justo ese día de diciembre nacieron las relaciones carnales?


Otro día de diciembre, pero hace 10 años, un PNA quisó presentar en el Parlamento la quiebra como una reafirmación de la soberanía nacional. Como si Papandreu hubiera querido ponerle un tono de jolgorio y festejo a todo lo que está pasando ahora. Quizá no sea correcto decir que ese día hayan muerto las relaciones carnales, pero si queremos reducir, condensar, explicar y justificar, podríamos presentar el argumento que esos aplausos en nuestro Congreso festejaron el nacimiento de una nueva etapa en la política exterior argentina, lo que muchos dieron por llamar el aislamiento.

Si se ponen a revisar los primeros posts de este bloj, una de las primeras discusiones que se dio fue justamente sobre el aislacionismo: ¿estuvimos realmente tan aislados del mundo en la primera década del siglo XXI? ¿habían opciones más "integradoras"?

Un día de diciembre, el mes que viene, una PNA inaugurará su segundo mandato después de haber recibido un respaldo plebiscitario. Es posible que en su discurso en el Congreso Nacional establezca las líneas rectoras de la política exterior para los próximos años, y diría que es probable que de cierta forma se anuncie el fin del aislamiento. Los historiadores discutirán si el aislamiento fue tal, si fue inevitable, si habían alternativas, etc etc. Pero la Argentina de hoy ha dejado la crisis del 2001 para atrás, y ahora tenemos que mirar hacia adelante, hacia el futuro.

Un día como hoy, en un minuto como este en el que escribo, una PNA mantiene una postergada reunión con un POTUS para tratar los temas de la agenda bilateral. En esta reunión no se van a definir los ejes de la PEA, pero sí de cierta forma se definirá el marco internacional en el que podremos actuar. El margen de acción. Nuestra relación con la principal potencia del mundo, lo que no es poco. Quizá en el futuro podamos condensar y reducir tendencias, construir un nuevo relato superador a partir de lo que se diga y del tono en que se lo diga en una reunión como la de hoy.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La idea de democracia directa

Hace unos días empecé a escribir sobre este tema, y ahora llegó la hora de concluirlo. Una aclaración: yo creo en el ideal de la democracia directa. Reconozco la imposibilidad de llegar a un sistema político puro y perfecto, pero considero que el esfuerzo colectivo debe estar orientado hacia el perfeccionamiento y creación de herramientas que permitan incrementar el rango de las decisiones de carácter político que son tomadas por el soberano en forma directa.


En ese post, mencioné algunos elementos que permiten ser optimistas sobre las posibilidades de más democracia directa en nuestras sociedades. Para empezar, está internet. Hace "apenas" 27 años, Bobbio escribía sobre la democracia plebiscitaria:


(E)l referendum ... es un expediente extraordinario para situaciones extraordinarias. Nadie puede imaginar un Estado que pueda ser gobernado mediante el llamado continuo al pueblo... Excepción hecha de la hipótesis, que hasta ahora parece de ciencia ficción, de que cada ciudadano pueda trasmitir su voto a un cerebro electrónico con sólo oprimir un botón en su casa.


Bueno, excepto que eso aún no es posible por cuestiones de seguridad, se puede decir que ya no es una hipótesis de ciencia ficción, sino una meta alcanzable. Y revolucionaría a la gobernabilidad como la conocemos: la posibilidad de ejercer un verdadero control popular sobre el proceso legislativo, por ejemplo.


Bobbio identifica dos fenómenos simultáneos de descentralización de poder, vertical y horizontal, que en forma conjunta representan lo que se llama "democracia participativa". El vertical se da con una transferencia de poder de la Nación a sus divisiones, y la creación de unidades de toma de decisiones (auto-gobiernos) a niveles cada vez más locales - la barrialización de la política. La descentralización horizontal es lo que se entiende como pluralismo: en la democracia directa de los antiguos, el poder estaba concentrado en la pólis. En las democracias modernas, el poder se reparte en forma creciente desde el Estado hacia otros centros de poder en las sociedades civiles.


No existen en teoría política definiciones que permitan marcar fronteras claras entre conceptos como "democracia directa" y "democracia participativa". Si bien en algunos casos ambos conceptos son usados de forma intercambiable, como si fueran sinónimos, Bobbio destaca que más allá de una posible genesis asambleísta, tanto las instancias de auto-gobierno barrial como los centros plurales de poder (sindicatos, asociaciones empresarias, ONGs) terminan funcionando bajo un marco de representatividad.

Y nos queda un último tema para tratar en este post, que es la democratización de las distintas instancias de la sociedad civil que no tienen que ver exclusivamente con la participación del votante en los comicios para elegir representantes. Hasta hace algunas décadas, el nivel de democracia de un país se podía medir en función de la amplitud de los derechos políticos, pero hoy en día se ha establecido un estándar por el cual un país no es verdaderamente democrático si no se establece el sufragio universal y no existen minorías excluidas. Para Bobbio, medir el nivel de democracia hoy no implica "ver si aumentó el número de electores, sino el espacio en el que el ciudadano puede ejercer su poder como elector":

De cualquier manera, una cosa es cierta: los dos grandes bloques de poder descendente y jerárquico en toda sociedad compleja, la gran empresa y la administración pública, hasta ahora no han sido afectados por el proceso de democratización; y hasta que estos dos bloques resistan la presión de las fuerzas que vienen de abajo, no se puede decir que la transformación democrática de la sociedad se haya realizado.

Entonces el pluralismo es una forma de entender la descentralización del poder, pero si el poder fluye hacia entidades con un bajo índice de democracia en su proceso decisorio, la descentralización puede no ser sinónimo de democratización. Un caso claro es la por algunos deseada independencia de los Bancos Centrales: el sometimiento de la autoridad monetaria al poder político es una forma de garantizar el control del soberano sobre las decisiones de política monetaria. Garantizar su independencia puede ser deseable desde un punto de vista de la eficiencia del manejo de ciertas variables, pero es claramente anti-democrático.

Y no deja de ser curioso que este post sea publicado esta semana, cuando los mercados mundiales se encuentran en estado de convulsión por la decisión de Papandreu de someter al soberano el plan de ajuste acordado por la UE. Más allá de las posiciones personales que cada uno de nosotros pueda tener sobre el tema (la mía está explícita en el primer párrafo de este post), me parece que de cierta forma el tratamiento del tema permite transparentar posiciones. Y entender un poco mejor la fragilidad de nuestros sistemas democráticos, y las verdaderas amenazas a su estabilidad.