Llegando a Portmouth en agosto de 1810 recibió la primera contra-instrucción en la historia de la diplomacia argentina: se le instruía a eliminar la etapa Cádiz de su misión. Hoy en día esto implicaría un trámite de modificación de MV (memo de viaje) y un cable a ERUNI (Embajada en Reino Unido) con copia a EESPA (Embajada en España) y CCADI (Consulado en Cádiz) explicando el cambio. No sé como se solucionaban esos trámites burocráticos en 1810, no me imagino que hubiera que darle intervención a las áreas de administración, finanzas y presupuesto para que salga el AV (autorización de viaje).
Nuestro primer Embajador volvió de Londres con las manos vacías políticamente (no lo recibió Lord Wellington, y no logró garantías de protección inglesa a la Revolución de Mayo) pero sí le dejaron comprar armas. Después de esa primera misión, se inauguró la moda de mandar a políticos a Embajadas en Europa para negociar no se sabe bien qué (y probablemente sacárselos de encima). Hubieron varias misiones entre 1810 y 1816, casi todas a Londres con escala en Río para obtener la bendición de Lord Strangford. Las más destacadas fueron:
La misión Rockstar: Mariano Moreno, 1811. El objetivo de la misión era... ¿qué importa el objetivo de la misión cuando tenemos tanto carisma y tanto fuego en un único barco? El posible envenenamiento de nuestro primer líder populista, la juventud consumida. Quizá, la primera muerte ilustre de la Historia Argentina.
La primera misión ante el FMI: Manuel José García, 1815. Ni bien asumió Alvear como Supremo, le encomendó a García una misión ante Lord Strangford en Río, para llevarle dos cartas (una a Strangford y una a Wellington). En su parte sustantiva, decían lo siguiente las cartitas esas:
Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver ... que este país no está en edad ni en estado de governarse por si mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga (...) En estas circunstancias solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos á estas Provincias, que obedecerán su Govierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer.
Y pensar que casi 200 años después, hay gente que sigue pensando lo mismo. Las cartas nunca fueron entregadas, García se quedó cinco años como Embajador ante el Reino de Portugal en Río, y de vuelta a Buenos Aires fue canciller de la Provincia de Buenos Aires bajo Las Heras. No quedan registros históricos, pero se dice que García habría sido el primer canciller en usar twitter.
La misión exótica: Juan Pedro de Aguirre y Diego Saavedra, 1811. Fue nuestra primera misión a un país emergente - en esa época, Estados Unidos. A diferencia de las misiones a Inglaterra, Aguirre y Saavedra pudieron presentar logros concretos a su regreso: reconocimiento del estado de beligerancia en el Río de la Plata por parte del gobierno de EE.UU., encuentro y foto con James Monroe (que vendría a ser Presidente y enunciar la Doctrina Monroe en 1823, pero en ese momento era Canciller).
Un episodio curioso de la misión fue la parte de compra de armas. Dada la neutralidad de EE.UU. en la disputa entre España y sus colonias, el Presidente Madison no autorizó la venta oficial de armas, pero Monroe sí permitió las compras privadas. Como cuenta este texto, ante falta de disponibilidad del armero, Monroe autorizó una triangulación por la cual armas del arsenal fiscal terminaron viniendo a parar a la Argentina. El primer caso de triangulación ilegal de armas, inaugurando así una larga tradición diplomática argentina.
EE.UU. envió a Joel Roberts Poynsett como su primer agente al Río de la Plata en 1810, con un mensaje de no intervención en los asuntos de las colonias con España, pero la disposición de mantener relaciones amistosas ante la eventualidad de la independencia. En 1811, EE.UU. eran los primeros 17 estados de la Unión, y el gigantesco pedazo de tierra conocido como "Compra de la Luisiana", adquirido en 1803. Poco hacía pronosticar en esa época que, 120 años después, esas ex-colonias británicas serían la mayor economía del planeta.
Aún reconociendo la inutilidad de la historia contrafáctica, uno se pregunta qué hubiera pasado si en lugar de haber leído con tanto empeño La Riqueza de las Naciones, de 1776, nuestros próceres de Mayo le hubieran dedicado más tiempo a una literatura más moderna, como por ejemplo las ideas de Hamilton de 1790.
Sigo en el próximo post, con más misiones ilustres de nuestra diplomacia revolucionaria.
La misión exótica: Juan Pedro de Aguirre y Diego Saavedra, 1811. Fue nuestra primera misión a un país emergente - en esa época, Estados Unidos. A diferencia de las misiones a Inglaterra, Aguirre y Saavedra pudieron presentar logros concretos a su regreso: reconocimiento del estado de beligerancia en el Río de la Plata por parte del gobierno de EE.UU., encuentro y foto con James Monroe (que vendría a ser Presidente y enunciar la Doctrina Monroe en 1823, pero en ese momento era Canciller).
Un episodio curioso de la misión fue la parte de compra de armas. Dada la neutralidad de EE.UU. en la disputa entre España y sus colonias, el Presidente Madison no autorizó la venta oficial de armas, pero Monroe sí permitió las compras privadas. Como cuenta este texto, ante falta de disponibilidad del armero, Monroe autorizó una triangulación por la cual armas del arsenal fiscal terminaron viniendo a parar a la Argentina. El primer caso de triangulación ilegal de armas, inaugurando así una larga tradición diplomática argentina.
EE.UU. envió a Joel Roberts Poynsett como su primer agente al Río de la Plata en 1810, con un mensaje de no intervención en los asuntos de las colonias con España, pero la disposición de mantener relaciones amistosas ante la eventualidad de la independencia. En 1811, EE.UU. eran los primeros 17 estados de la Unión, y el gigantesco pedazo de tierra conocido como "Compra de la Luisiana", adquirido en 1803. Poco hacía pronosticar en esa época que, 120 años después, esas ex-colonias británicas serían la mayor economía del planeta.
Aún reconociendo la inutilidad de la historia contrafáctica, uno se pregunta qué hubiera pasado si en lugar de haber leído con tanto empeño La Riqueza de las Naciones, de 1776, nuestros próceres de Mayo le hubieran dedicado más tiempo a una literatura más moderna, como por ejemplo las ideas de Hamilton de 1790.
Sigo en el próximo post, con más misiones ilustres de nuestra diplomacia revolucionaria.