jueves, 7 de mayo de 2015

A currar, mi amor

Post momentáneamente sujeto a revisión por el autor

martes, 4 de noviembre de 2014

Palabras

El sábado hicimos en el Consulado la entrega de los Premios "Palabras en Español", que por tercer año consecutivo entrega el Club Argentino de Australia. El premio es un concurso literario para la comunidad hispanoparlante en Australia. Se entregan premios en poesía y prosa. No me pregunten por reglas o detalles de la participación, selección o categorías. Soy diplomático, estoy mucho más para las generalidades que para la letra chica. No creo que muchos de ustedes igual estén interesados o tengan las condiciones para participar.


Por eso quiero hablar de otro tema, de los argentinos que viven en Australia. Que son muchos, como ya les conté acá - y que están desparramados a lo largo y ancho de esta isla continente. Lo que todavía no les conté es que la gran mayoría de ellos, un 70 u 80%, no lo tengo muy en claro, están acá hace décadas. Emigraron en los años '70 en el marco de una política inmigratoria polémica del gobierno australiano: White Australia. Había que poblar este inmenso país, pero con gente más bien blanquita que no les cambiara demasiado la composición racial impuesta por los británicos. Así, se le abrieron las puertas a italianos, griegos, croatas, argentinos y uruguayos, al mismo tiempo que se cerraban las fronteras a asiáticos, africanos y peruanos. Vinieron como mano de obra semi calificada - plomeros, electricistas, cerrajeros, transportistas. Y les fue muy bien.

Australia cumplió su parte, y nuestros compatriotas alcanzaron un nivel de vida muy superior al que dejaron atrás al emigrar. Trajeron a sus novias de Argentina, se casaron, tuvieron hijos, se compraron casas y las llenaron de electrodomésticos, pusieron lindas camionetas en sus garajes, se sacaron el pasaporte australiano por una cuestión de comodidad, se fueron a vivir a lugares como Toowoomba, Parramatta, Thuddungra o Narraburra. Se mezclaron, pero nunca se integraron a la sociedad australiana. Algunos ni siquiera hablan inglés. Todavía se juntan con los muchachos a jugar al truco y hacer el asadito. Sus mujeres todavía amasan las tapas de empanadas y se les pianta un lagrimón cuando escuchan una chacarera o a Gardel.


Lo importante es que son argentinos, se sienten argentinos y guardan sus libretas cívicas o de enrolamiento como si fueran un tesoro. No son argentinos como vos o como yo, no están metidos en nuestras batallas culturales del siglo XXI, no saben quién es Gilda ni Tinelly, no les importa mucho si el próximo PNA es Randazzo, Macri o Carrió y creen que el colmo de la argentinidad sigue siendo sacarse un boleto capicúa en un colectivo con trompa. Sus hijos hablan castellano con un acento raro, tienen la doble nacionalidad para darle el gusto a la vieja, pero los nietos se les rebelaron cuando los quisieron llevar al cumpleaños de 90 de la tía Nelly en la provincia de San Juan.

Tuve que dar un discurso para empezar la ceremonia de entrega de premios. Dije las boludeces que decimos los diplomáticos en estas ocasiones. Hablé de las raíces, de la importancia de mantener nuestro idioma. No es que no lo crea, es que es un poco lo que ese auditorio quería escuchar de su cónsul. Pero la verdad verdadera es que mi cabeza estaba en otra. Pensaba en l@s otr@s argentin@s en Australia, l@s que no me estaban escuchando. Porque la emigración argentina a Australia no terminó en los '70. Siguió, con más o menos impulso, en los '80 y '90. La Gran Crisis trajo una nueva oleada, y hoy en día es un goteo. Gente joven, atraída por los buenos sueldos, la relativa facilidad de conseguir visas y el sagrado sueño argentino de vivir cerca del mar.


Como ya dije, es un goteo. No se compara la cantidad de argentinos que emigran a EE.UU., España, Italia o Brasil. No figuramos en el listado de 40 principales nacionalidades que contribuyen al aumento de la población local, y no sé el número exacto (no me pidan árboles que mi laburo es mirar bosques), pero deben estar en 200-250 por año. Me da la sensación que alcanzan a mantener la población de argentinos en números más o menos constantes. Pero están, y el sábado no me estaban escuchando.

Son como universos paralelos que casi nunca se tocan, y ni siquiera se reconocen cuando coinciden en un mismo vagón de tren. Las distintas capas geológicas de migración se juntan entre sí ignorándose mutuamente. A veces, en el medio de una crisis existencial, quiero creer que vine a Sidney a algo más que tramitar DNIs y pasaportes, emitir certificados de supervivencia, residencia y antecedentes penales, comprar una central telefónica nueva, estampar visas en pasaportes chinos, indonesios o filipinos, y contestar mails sobre el pago de la tasa de reciprocidad. Tiene que haber un propósito mayor. Todavía no lo veo del todo, pero ya lo voy a descubrir.

jueves, 30 de octubre de 2014

La Especulación Inmobiliaria I

Uno de los mayores desafíos de mudarse a una ciudad nueva es encontrar un lugar donde vivir. Por un lado está el romanticismo: ciudad nueva, casa nueva, vida nueva. En mi caso todo venía con un sueño- Sidney, una casita o departamento cerca del mar, caminar a la playa los fines de semana, un jardincito o balconcito, verde. Sin lujos pero con olor a mar. Después es obvio, golpea la realidad. Acceder a un lugar para vivir implica pasar por una inmobiliaria que va a tratar de mentirte, engañarte y enchufarte algo decepcionante por una fortuna. Con un poco de paciencia, muñeca y espíritu negociador y aventurero uno sale a perseguir su sueño. Pero si la realidad te golpea, Sidney es un knock-out.

Primero por los precios. Sí, alquilar es caro en todos lados, pero esto ya es absurdo. Un monoambiente cerca de la playa te cuesta más o menos U$S 400. ¡Por semana! Todos los alquileres se cobran por semana. Un dos ambientes en el centro, 550. Pero bueno, uno es adaptable y se acomoda a las circunstancias. Quizás no vaya a estar taaaaaan cerca de la playa. Si en el jardincito no entran dos personas pero puedo encajar una maceta soy feliz. Pero uno también tiene sus límites: no renuncio a la habitación de huéspedes; necesito espacio para poner mi mesa y que además entre un sillón; un baño cómodo; algo de luz natural. Y un kiosco 24 horas a menos de 5 cuadras, que esos no abundan.

Superado el trauma de los precios, empieza La Búsqueda. Está bien, cada mercado tiene sus reglas. Pero acá se pasan un poco de rosca. Es un mercado dominado por la demanda. No importan las propiedades disponibles, siempre hay un asiático que las quiera. Buenas o malas, nuevas o viejas siempre hay un chino dispuesto a poner más morlacos que uno y sacártela de las manos. Empiezo por internet, me recomiendan dos sitios: domain y realestateTodavía no me resigné a vivir lejos del mar, así que voy a por Manly. Elijo algunas propiedades que no se ven tan mal y están dentro de mi presupuesto y empiezo a mandar mails. Espero las respuestas. ¿A ustedes les escribieron de las inmobiliarias para concertar una visita a esas propiedades en Manly? A mi tampoco, y esos mails los mandé el 15 de septiembre...

"No, no, no, estás haciendo todo mal" - me dice S, que llegó hace poco menos de un año y paga una fortuna por un departamento en el cual si tenés tres aparatos eléctricos prendidos te salta el disyuntor. "Tenés que buscar las propiedades con inspección marcada los sábados a la mañana, si no tienen inspección marcada es porque no están en el mercado, y si la inspección no es el sábado es porque la propiedad es tan mala que no vale la pena." La inspección marcada son 15 minutos en los que revisás la propiedad con todos los potenciales interesados, y ahí empieza el sálvese quién pueda porque si el inmueble está bien es el estado de naturaleza, el hombre como lobo del hombre. Después de los 15 minutos de inspección, el agente tiene que salir corriendo a mostrar otra propiedad, así que no hay que pensar ni dudar mucho. "Las buenas propiedades se alquilan el mismo sábado en el que salen al mercado, así que a no dudar y aplicar rápido que sino la perdés".

Llega mi primer sábado en La Búsqueda. Me armé un itinerario con cinco inmuebles que se veían bien, y que por las fotos pensé "acá puedo vivir". Puntual a mi primera inspección, seis personas en la puerta, era una casita chiquita chiquita, pero muy linda y a dos cuadras de la playa. Mi viejo es sociólogo y carpintero, esas cosas que eran muy normales en los '60, y cuando éramos chicos le hizo a mi hermana una casa de muñecas con más espacio que la casita esa. El "segundo dormitorio" era un pasillo al lado de una escalera donde con fórceps entraba una cama de soltero, y con un poco de acrobacias una visita podría llegar a dormir. La agente inmobiliaria era una australiana muy simpática, le comento que necesito algo con un poco más de espacio, y saca a relucir su mejor sonrisa. Hermosa dentadura. Su sonrisa me dice clarísimo "No me importa". La sigo mirando. Se pone incómoda. Me dice "mandáme un mail". Tengo ganas de contestarle "te mandé tres", pero me contengo. En el ISEN nos enseñan a respetar las diferencias culturales, y tampoco puedo empezar La Búsqueda con una pelea, entonces paso a la segunda propiedad.

La segunda propiedad... le había puesto muchas fichas. Un poco más lejos del mar, pero con una terraza con vista impresionante y un living comedor amplio y luminoso. - así se veía en las fotos. Llego temprano, y de afuera no llama mucho la atención. Bueno, en realidad sí llama la atención - por lo fea y alicaída. La entrada se empieza a llenar de gente que, como yo, busca su sueño. Me siento como en un casting de Gran Hermano. A la hora estipulada llega el agente, nos hace esperar cinco minutos bajo el sol mientras él "arregla" no sé qué catzo, y entramos. Le digo "creo que me equivoqué de propiedad, pero la dirección es correcta", y le muestro la foto de un living amplio que no se condice con la caja de zapatos que tengo enfrente.

No, mate, estás bien. Fijáte la disposición, la ventana es esta y acá vas a la cocina, es este nomás.

Le digo: "¡Pero esta foto es de un living grande!". Me contesta: "es el ángulo". Nuevamente me callo larespuesta. No, no es el ángulo. Es la gran angular. Sí, con un ojo de pez puedo hacer que el living de mi departamento temporario parezca el Salón Libertador del Palacio San Martín. Le comento que no me entra la mesa, y me dice "podés ponerla en la terraza, ¡mirá que amplia es!". Trago saliva y camino diez cuadras a la tercera, que anunciaba "viva rodeado de verde". Era un departamento de planta baja tipo pecera, muy luminoso pero con la ventana principal del living dando directo a la entrada del edificio. Podrían haber advertido "cierre sus cortinas 24 horas o viva en un hall de entrada". Me están cansando un poco estas propiedades divinas, así que me tomo una coca cola para cambiar el humor.

La cuarta propiedad tenía una especie de quincho espectacular techado que se veía muy prometedor. Hacía soñar con asaditos en los fines de semana con amigos, y después una caminata de quince minutitos a la playa. La foto era de cuando el quincho era nuevo. Obviamente no en este siglo. No le digo nada a la agente, una asiática con cara de aburrida. Ya me di cuenta que pocas cosas les importan menos que la opinión del cliente. Eso sí, siempre se calzan una hermosa sonrisa para escucharte. El quinto y último departamento del día era un capricho mío. Mucho más caro que los demás, totalmente fuera de mi presupuesto, recién reciclado y a 2 cuadras de la playa. El "reciclado a nuevo" quería decir que le habían cambiado las alfombras y lo habían pintado. No encuentro la ducha hasta que el agente me la muestra, escondida atrás de la puerta del baño. Por lo menos no me enamoro de la propiedad que no puedo garpar...

Cuando termino el primer día de inspecciones, me doy cuenta que estoy más en pelotas que antes de subirme al avión. Pero obviamente tengo que seguir. Y ustedes también, en la próxima entrega.

jueves, 23 de octubre de 2014

CSIDN



Después de aburrirlos hasta las lágrimas con mi aburrimiento en el post anterior, mis nobles intenciones del día son las de aburrirlos hasta el agotamiento con un montón de datos que nadie me preguntó y a muy poca gente le interesan sobre el Consulado General de la República Argentina en Sidney, conocido en la Cancillería por su impronunciable pentagrama CSIDN (algunos le decimos Cesidén, otros le dicen Cesidé-ené). A por los datos:


  • Australia es el 11er país del mundo con mayor población de argentinos (sin contar la Argentina, obviamente).
  • CSIDN es el 15o Consulado en cantidad de argentinos, y el No 49 en cantidad de actuaciones consulares.
  • El Consulado está en pleno centro de la ciudad de Sidney, en el piso 20 del edificio a la derecha, que queda a tres minutos a pata de la estación Town Hall.
  • En la jerga consular, el ciudadano argentino es un "Cidar". El Cidar que viene a un consulado a hacer un trámite es un "recurrente". Al trámite lo llamamos "actuación consular". Al recurrente que se queja de todo le decimos "pesado". El pesado generalmente tiene mucho tiempo libre, y después de venir al consulado escribe un mail a la Embajada para quejarse.
  • Hay un grupo reducido de recurrentes, que en realidad es un subgrupo de los pesados, que además de quejarse de todo exige cosas de imposible cumplimiento. Muchas veces se amparan en la Constitución para tratar de explicar por qué yo debería violar todas las leyes para atender sus pedidos. Los pedidos son muy variados, pero un ejemplo reciente incluye el pago de su tratamiento odontológico (los dentistas en Australia son muy caros). Generalmente el intercambio termina por parte del recurrente en una puteada a la Argentina, a sus habitantes y a sus autoridades. A este pequeño subgrupo en mi foro íntimo les digo "caceroleros". Los psicólogos en Australia también son muy caros, entonces en el futuro espero usar este bloj para descargarme de la bronca que me generan los caceroleros.
  • Como les comenté en este post, los 35.000 argentinos están desparramados principalmente en las grandes ciudades (Sidney, Melbourne, Brisbane, Adelaida y Perth), pero el otro día me enteré que hay 15 familias argentinas en Toowoomba, Estado de Queensland.
  • El otro día una serpiente marrón mordió a un chico cerca de Toowoomba. El pibe tuvo que ser transportado en helicóptero a un hospital. Es la tercera vez en menos de diez días que el helicóptero de rescate es utilizado para rescatar a una víctima de mordida de serpiente. Esto no tiene mucho que ver con el Consulado, ninguna de las víctimas era connacional nuestra (que yo sepa), pero igual me impresionó y lo quise compartir con ustedes.
  • Los australianos que viajan a la Argentina no necesitan visa (pagan por internet desde la comodidad de sus hogares una tasa de reciprocidad equivalente al costo de la visa de turismo para los argentinos que quieren venir a Australia), así que nuestro laburo de visas no es de los más exigentes
  • El trámite No 1 en cantidad de actuaciones en este Consulado son los certificados de supervivencia para la ANSES, para que nuestros compatriotas de avanzada edad que viven en Australia puedan cobrar sus jubilaciones (esa no se la esperaban, no? Yo tampoco....)
  • Somos ocho personas en el consulado: siete argentin@s y una uruguaya. Tres somos expatriados (mandados de Argentina para el Consulado) y cinco contratados localmente.
  • Somos sólo dos varones.
  • A pesar de ser el jefe, a veces siento que me cuesta imponer mi autoridad. Muchas veces contengo mis opiniones para no molestar a la gente que está laburando.
  • Es un consulado en movimiento. En el 2013 el crecimiento de actuaciones respecto al 2012 fue de 45%, y en lo que va del 2014 (enero a septiembre) llevamos hechos un 29% más de trámites que en el 2013.
  • Sería muy largo explayarme sobre este tema, pero en los próximos posts los voy a aburrir un rato con mis impresiones sobre este crecimiento, y los desafíos para los próximos años. Y no me vengan con que a nadie le importan los desafíos de gestión del consulado argentino en Sidney, nadie los obligó a leer hasta acá.
  • Las mayores puteadas que nos comemos de la comunidad argentina son por la central telefónica y por no poder emitir pasaportes en las itinerancias consulares (cuando llevamos el Consulado al interior). Me encantaría solucionar estos temas en los próximos, ponéle, seis meses.
  • Mi despacho tiene una vista privilegiada (la ven en una de las fotos). Y a la noche es más impresionante aún. Creo que puedo incrementar mi levante en un 120% con esta vista. Pero primero tendría que atraer a potenciales víctimas a mi despacho.
  • Los Cidar a veces nos hacen pedidos insólitos. El otro día vino uno que está en Australia hace un par de meses y no encuentra su punto de equilibrio, entonces quería que le recomendáramos un buen centro de reiki en Sidney.
Muchas gracias por su atención. De yapa, la vista que les mencioné. Si alguien sabe de alguien impresionable por las vistas y que justo esté en territorio australiano, por favor me avisan en privado.


lunes, 20 de octubre de 2014

El mundo que pasa por la ventana

Tengo muy poco para escribir. Mi falta total de asunto hace que haya planeado escribir un post sobre cómo se pasan los días y las horas en el Consulado General en Sidney, pero ya lo haya medio agotado en el post anterior - que no tendría que haber sido sobre eso. Así que voy a aprovechar este espacio que tan gentilmente me han asignado para contarles un montón de cosas irrelevantes, poco interesantes y superfluas sobre este Consulado.

Pero antes debo confesarles que esto es algo que me viene pasando bastante seguido desde que llegué a Sidney. Irme por las ramas no, eso siempre me pasó - en Buenos Aires, Angola, Japón, Alemania o donde sea. Esto de terminar las cosas antes. No en el laburo, que los días se me pasan volando y siento que no me alcanza el tiempo. Pero un domingo, ponéle. Planifico algo para hacer. En función de las distancias y el interés, le asigno una determinada cantidad de tiempo. La Lonely Planet o Internet me comentan que es imperdible, y que hay una callecita encantadora llena de restaurantes fascinantes. Me emociono. Imagino un almuerzo en uno de esos lugares encantadores. Me doy un poco más de tiempo para recorrer tranquilo, extasiado.

Una vez que encaro el recorrido planeado, me doy cuenta que hago todo mucho más rápido de lo que había pensado. Y si había calculado llegar a la callecita encantadora llena de restaurantes imperdibles a eso de la 1 de la tarde, famélico y cerca del nirvana, son las 11:45 y ya estoy ahí, medio aburrido y sin nada de hambre. Decido adelantar algunas de las cosas que había pensado para la tarde. En mi cabeza, pienso: "lo de la tarde me va a encantar, me guardé lo mejor para la tarde. Es cuestión de abrir un poco el apetito, y estos restaurancitos que ahora parecen medio de morondanga se van a ver bárbaros".

Pero llega la 1:30 de la tarde, ya terminé todo el recorrido de la tarde, estoy cagado de hambre pero esos restaurancitos que en la Lonely Planet o en Internet se ven tan apetecibles no me despiertan emociones violentas. Termino negociando un curry verde de pollo y berenjenas en un tailandés medio pata sucia que vi en una cortada. El curry verde no tiene mucho gusto a nada. Son las dos de la tarde, ya no tengo nada para hacer y cero ganas de seguir caminando. Por otra parte, pienso... "si termino de recorrer toda la ciudad hoy, ¿qué joraca voy a hacer el fin de semana que viene? ¿Y los fines de semana por los próximos cuatro años?".

Me doy cuenta que si me siento de nuevo en un parque a leer o vuelvo a mi departamento temporario a escuchar música o ver una película me van a crecer hongos. Entro a un pub. Como la gente empieza a beber en el desayuno, no me siento culpable de pedir una cerveza después del almuerzo. Por lo menos la cerveza en Australia es buena. Es domingo, al fin y al cabo. L@s locales son muy charletas, y en seguida empiezan a darle a la lengua:

Local - ¿De dónde sos, mate?
Yo - De Argentina
L: Ajá, mirá vos. ¿Hace mucho en Sidney?
Y: 2/3/4/5 semanas (depende del domingo)
L: Ahhhh, ¡Qué suerte tenés!
Y: ¿Por qué?
L: Por estar en Sidney.
Y: Bah, qué sé yo, estoy por laburo.
L: Sí, pero te podría haber tocado laburar en cualquier otro lugar en el mundo y justo tenés la suerte que te tocó Sidney.

A esta altura ya estoy bastante crispado, la falta total de cosas para hacer y la cerveza hacen su efecto. Termino conteniendo mis emociones violentas y decido no tirarle lo que queda de la cerveza en la cara. No le digo que "sí, podría estar comiendo ravioles en casa con mi familia o estar pasándola bomba en Río de Janeiro, pero no, estoy en un pub inmundo en el fin del mundo rodeado de borrachos a las 2:30 de la tarde por falta total de opciones. Yo sí que me saqué el gordo de Navidad en la lotería de la vida".

2/3/4/5 semanas en Sidney (depende del domingo) y ya me estoy transformando en Violencia Rivas. Volver a mi departamento temporario a escuchar música ya no suena la peor opción del mundo, ni la más decadente. El clima es espectacular, se acerca el verano, mi humor va a cambiar. Lo sé porque miro la tarde que pasa por la ventana de mi departamento temporario.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Destino Sidney

Después de muuuuuchos años en la Argentina, intercalados con algunas misiones cortas, otras medianas y otras largas, un día me tocaba salir destinado al exterior. Y el día finalmente llegó. Así, después de mucho cavilar, especular, rosquear y resignar, desde el 4 de septiembre estoy destinado en Sidney, Estado de Nueva Gales del Sur, en Australia, sede de uno de nuestros 62 Consulados.

Funcionalmente, dependemos de la Embajada Argentina en Canberra (Canberra es como la Brasilia de Australia). Es la Capital, así que allá se hace el trabajo más glamuroso: las relaciones políticas, económicas, culturales, sociales. Los temas importantes. A diferencia de la mayoría de nuestras Embajadas en el resto del mundo, Canberra no tiene una sección consular. Y como no hay otro consulado en el país que no sea este, en Sidney nos toca atender a los aproximadamente 35.000 argentinos desparramados en los 7,7 millones de km2 de este país-continente – lo que representa un territorio ligeramente menor al de Brasil.

Si el laburo glamuroso acá no llega, ¿Qué es exactamente lo que nos toca hacer? La verdad, bastante. Tramitar pasaportes, DNIs, certificados de antecedentes penales, emitir certificados de supervivencia, de residencia. Hacemos poderes, emitimos visas, legalizamos firmas. Otorgamos opciones de nacionalidad a hij@s de argentin@s nacid@s en Australia – lo que está muy copado, los bebés entran en el consulado siendo apátridas o con nacionalidad australiana, los identificamos, y un par de horas de trámites después salen argentin@s, con número de DNI 52 millones y todo!!!!! Atendemos a argentin@s en problemas, y a veces nos toca visitar cárceles u hospitales – en algunos casos incluso jugamos al psicólogo. Para muchos de esos trámites, y para tratar de facilitarles la vida a nuestros compatriotas, nos toca actuar de intermediarios con la ANSES, el ReNaPer, la policía australiana, migraciones de ambos países y un sinnúmero de siglas que yo ni sabía que existían… De todo un poco, realmente. Sólo entre esas cuestiones y mantener la máquina funcionando y el Consulado abierto, los días se me pasan volando.

Todo esto para mí es un gran desafío. Es la primera vez que me toca hacer laburo consular en gran escala. Y la verdad es que hay pocas escalas mayores que 35.000 argentinos distribuidos en 7,7 millones de km2. Igual no me puedo quejar. Bah, no me quejo. En lo personal, hay lugares peores para vivir que Sidney – aunque no conozco ningún lugar más caro que este. En lo profesional, el Consulado funciona bien. Funciona muy bien. El equipo es bueno, con la Embajada nos llevamos de diez, el laburo está sistematizado y la comunidad argentina en un 85% (más o menos) está satisfecha y es encantadora.

Igual por suerte hay detalles para mejorar, así no me transformo en un simple agente del status quo. La central telefónica, por ejemplo. Necesitamos cambiarla, urgente. Tiene como 20 años, y cobró vida propia, tomando decisiones arbitrarias sobre el destino y el eventual almacenamiento (o no) de cada uno de los llamados y de cada uno de los mensajes. Nos putean un poco por este tema… el otro gran problema es que no tengo los equipos necesarios para tramitar pasaportes fuera de Sidney, entonces la comunidad que vive por ejemplo en Perth (4.000 km de distancia, ponéle) tiene que viajar 5 horas en avión para documentarse. Son mis desafíos para los próximos meses, creo que si los soluciono subo del 85% de satisfacción a un 95. Y me voy a la playa tranquilo...

miércoles, 20 de agosto de 2014

El teórico riesgo de la aceleración

Que en realidad no existe. Es más o menos como las RUFO, etéreo e incomprensible en su incomensurable magnitud. Porque si un juez americano tiene bloqueados los pagos de la deuda, ¿cómo se podría pagar en el hipotético caso de una aceleración? No es lógico pensar que se puedan separar los efectos de un pago regular de servicio como el realizado el 30 de junio de un pago por una aceleración de un bono, y cancelar con estos fondos a través del New York Mellon u otra institución similar.

Entonces los efectos prácticos de una aceleración son nulos. En el mejor de los casos, la república cumple con el pago y la guita queda retenida. Nadie cobra.